Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 26 de julio de 2025


Chiquilla bonita exclamó este, estrechándola de un modo delirante contra su pecho ¡te quiero con toda mi alma! La Nela no dijo nada. En su corazón lleno de casta ternura, se desbordaban los sentimientos más hermosos. El joven, palpitante y conturbado, la abrazó más fuerte diciéndole al oído: Te quiero más que a mi vida. Ángel de Dios, quiéreme o me muero.

Los afectos que se desbordaban del corazón de la Delfina eran combinación armoniosa de alegría y de pena, por las circunstancias en que aquella tierna criatura había ido a sus manos.

Y echándose a reír, añadió: Nada, hijita, le doy a usted calabazas.... ¿no contaba con mis veleidades, eh? ¿No contaba usted con las coqueterías del viejo? Y al decir esto abrió los brazos, derramó una lágrima, y riendo siempre, estrechó a Sola contra su corazón, en el cual se desbordaban los afectos más puros. Venga acá, hija de mi corazón exclamó , venga acá y abráceme también.

Y todo esto era porque acababa de conocer á miss Margaret Haynes, una persona primaveral, cuyos diez y nueve años, alegres y graciosos, se desbordaban en risas, palabras musicales y gestos encantadores. Gillespie olvidó de golpe todo su pasado al hablar con esta adorable criatura. Creyó que su vida anterior había sido un ensueño.

Entre las barracas corría un arroyo de aguas sucias que se desbordaban al chocar con un perro muerto e hinchado, y en distintos sitios se veían grandes montones de trapo, ferretería de desecho, rejas desbaratadas, llantas de carros, pilas de ventanas sin vidrios y huesos de animales. La más asquerosa de aquellas viviendas era la del Guarro y la Mona. Para entrar tuvieron que agacharse.

Entre ellas se señalaba un almacén de curiosidades, antigüedades y objetos de arte, situado casi frente a la famosa Ninfa, y, por consiguiente, a espaldas del Casino. Angosta en extremo la tienda, apenas podía encerrar el maremágnum de objetos apiñados en ella, que se desbordaban, hasta invadir la acera.

El demonio del orgullo levantole en los espacios sobre el hormiguero de los hombres, y, otra vez, bajo el sol embriagador, sintió en su frente el beso o la mordedura de invisible quimera. Todo el día lo pasó vagando por la ciudad. Densos perfumes primaverales desbordaban las tapias de los huertos y flotaban en las callejuelas. El se sentía también renacer con las flores y los follajes.

Tales piropos eran lo menos que se decían, entre el silencio más absoluto de la Cámara y la curiosidad febril de las tribunas, de las cuales se desbordaban racimos de humanas cabezas con los ojos fijos en los combatientes, las cejas arqueadas y la boca abierta.

Las mesas desbordaban; sobre las sillas cercanas había pilas simétricas: era una orgía de dinero, tentadora, insolente y cruel, como mesa cubierta de suculentos platos, a los que es prohibido tocar, y que el hambriento mira encandilado, de lejos, bajo la tortura de su estómago y de su olfato.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando