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Actualizado: 21 de junio de 2025
La graciosa artesana se dejó solfear por su galán pacientemente, sin hacer la más leve señal de resistencia, ni siquiera de esquivar los golpes. Cuando Pablito cesó, le preguntó con deliciosa naturalidad: ¿Has concluído ya? Por ahora... ¡pero me entran ganas de empezar otra vez! rugió el mancebo ciego de cólera. Pues empieza cuando gustes. Yo las he de llevar todas sin moverme.
Sí, indudablemente á Dios; pero Dios, para obrar respecto á nosotros, se vale de medios naturales. El medio de que Dios se ha valido, ha sido de ese joven... del sobrino del cocinero del rey. Creo que vuestra majestad, en su bondad, abulta los méritos de ese mancebo dijo el padre Aliaga, cuya alma había acabado de ennegrecerse.
Y Uscovilca le respondió, que semejante empresa que aquella, que para sí la queria, y que por su mano la queria él acabar; y luego invió un mensajero suyo á Inca Yupanqui, por el cual le invió á decir que se holgaba mucho de saber que con él quisiese probar sus fuerzas y ánimo de mancebo, que se aderezase él y los suyos que con él estaban, que de allí á tres meses se queria ir á ver con él; que porque dél no se quejase, le queria dar espacio de tres meses para que con él mejor se pudiese ver, y ansí mismo aderezarse de las armas y gente que le paresciese.
Pues bien, es muy posible que á estas horas don Rodrigo Calderón esté en la eternidad. ¡Dios mío! exclamó el bufón . ¡Pero estáis seguro, don Francisco! Lo que sé deciros es que ese mancebo, que sabe lo que se hace cuando da un golpe, acaba de reñir con él y de tenderle cuando entró en palacio. ¡Ah! ¡ah! ¡han encontrado quien les haga el negocio de balde!
Y llegó, y la invitó a bailar; y Luz, sin dudar un solo instante, se levantó de su asiento, enlazó su brazo con el brazo que le ofrecía el mancebo, y se fue con él por el salón adelante... ¡Lo mismo que cuando se iban por los tortuosos y blandos senderos de su mundo! No bailaron..., ¡qué habían de bailar?
Adelantó temblando el mancebo, combatido por la duda y por la impaciencia, que nunca es mayor que cuando estamos próximos á tocar un objeto ansiado, y entró en la habitación de donde salía el reflejo de la luz. DE CÓMO EL NOBLE BASTARDO SE CREYÓ PRESA DE UN SUE
Riose de aquella ridícula especie, y mientras despedazaba el papel, recordó la anterior invención sobre la complicidad del mancebo con los conspiradores de la morería. Los meses pasaron.
Y todos revolvieron la vista hacia las puertas de los huertos, y vieron llegar airosa y sosegadamente, mitad de caballero y mitad de camino, al mancebo más bizarro que pintarse pueda la imaginación.
A lo cual el mozo respondió, en lengua asimesmo castellana: -Ni soy turco de nación, ni moro, ni renegado. -Pues, ¿qué eres? -replicó el virrey. -Mujer cristiana -respondió el mancebo. ¿Mujer y cristiana, y en tal traje y en tales pasos? Más es cosa para admirarla que para creerla.
Y sin embargo, ¡cuánto se amaban! Su cariño era antiguo. Databa de cuando Demetria, niña de nueve ó diez años, iba con su padre á Peña-Mea. Porque el tío Goro poseía en aquellos campos, no lejos de la Braña, una cabaña con su establo y alrededor un prado cercado. Allí solía llevar parte de sus vacas en los meses de calor: pacían el prado y las yerbas pertenecientes á los pastos comunales del concejo de Laviana: retirábalas al llegar el mes de Octubre. Generalmente solía dejar á su cuidado un criadillo, pero una ó dos veces por semana iba él allá á enterarse de lo que ocurría y llevar provisiones de boca al pastor. En estas excursiones le acompañaba alguna vez Demetria cuando tenía menos años. Ningún placer más grande para la niña que salir con su padre antes que rayase el alba, pasar el día entero jugando sobre aquellas montañas y regresar á la noche cargada de zampoñas, jaulitas para grillos y huevos de buitre. Todas estas cosas y otras más le proporcionaba Nolo, que apacentaba las vacas de su padre cerca de las del tío Goro. El mancebo de diez y seis años y la niña de diez se trabaron con estrecha y cariñosa amistad. Ella gozaba siguiéndole cuando se metía por entre los zarzales en busca de nidos ó cortaba ramas de saúco para hacer flautas ó varitas finas de salguera para fabricar jaulas.
Palabra del Dia
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