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Actualizado: 16 de junio de 2025


A propósito de piano... aunque ya está viejo el alcacer para zampoñas, yo quisiera saber teclear, así... un poco... aunque no fuera más que tocar con un dedo las óperas esas que tocas en la flauta. A Bonis le pareció muy laudable el propósito.

Ya pueden ponerme los vestidos que quieran: debajo de ellos siempre estará Demetria, la misma rapaza para quien hacías zampoñas y buscabas nidos allá en el monte, la misma que acompañaste en las romerías tantas veces. El mozo de la Braña escucha estas nobles palabras con alegría y guarda silencio paladeando su sabor delicioso.

Pastorcillo, que vienes, pastorcico, que vas? Pues en verdad que está ya duro el alcacel para zampoñas. A lo que añadió el ama: Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal ministerio casi desde las fajas y mantillas.

Al oir caso de conciencia, el padre miró fijamente al Comendador con aire de incredulidad y de recelo, y exclamó al cabo: Mira, hijo mío, si es que te aburres en estos lugares y quieres chancearte y divertirte, toma una tabla y dos cuernos, y no te diviertas ni te chancees conmigo. Ya está duro el alcacer para zampoñas. ¿Y de dónde infiere V. que me chanceo ó que me burlo?

Pero al ver que mi sobrino ha adquirido ciencia y gloria, he comprendido que el dinero no me bastaba, y que hay otras cosas que valen tanto casi como el dinero. La ciencia, por ejemplo. ¿Cómo adquirirla, sin embargo? Ya está duro el alcacer para zampoñas. Ya es tarde para que yo me engolfe en estudios. Hay otra cosa que me atrae, que me seduce, y no es tarde aún para que yo la adquiera.

Y sin embargo, ¡cuánto se amaban! Su cariño era antiguo. Databa de cuando Demetria, niña de nueve ó diez años, iba con su padre á Peña-Mea. Porque el tío Goro poseía en aquellos campos, no lejos de la Braña, una cabaña con su establo y alrededor un prado cercado. Allí solía llevar parte de sus vacas en los meses de calor: pacían el prado y las yerbas pertenecientes á los pastos comunales del concejo de Laviana: retirábalas al llegar el mes de Octubre. Generalmente solía dejar á su cuidado un criadillo, pero una ó dos veces por semana iba él allá á enterarse de lo que ocurría y llevar provisiones de boca al pastor. En estas excursiones le acompañaba alguna vez Demetria cuando tenía menos años. Ningún placer más grande para la niña que salir con su padre antes que rayase el alba, pasar el día entero jugando sobre aquellas montañas y regresar á la noche cargada de zampoñas, jaulitas para grillos y huevos de buitre. Todas estas cosas y otras más le proporcionaba Nolo, que apacentaba las vacas de su padre cerca de las del tío Goro. El mancebo de diez y seis años y la niña de diez se trabaron con estrecha y cariñosa amistad. Ella gozaba siguiéndole cuando se metía por entre los zarzales en busca de nidos ó cortaba ramas de saúco para hacer flautas ó varitas finas de salguera para fabricar jaulas.

Los pastores cantaron y tocaron alegrísimas sonatas en sus guitarras, zampoñas y panderos; los muchachos quemaron petardos, y los repiques a vuelo con que en ese día se anuncia el toque del alba, invitando a los fieles a orar en las primeras horas del gran día cristiano, vinieron a mezclarse oportunamente al bullicioso concierto.

eres dado á los goces campestres, te recreas con pastores, ganados, danzas rústicas, zampoñas y labores agrícolas: yo gusto más de los placeres que proporcionan las artes imitadoras, el trato de las personas cultas y estimables, la carátula, los paseos formados por el arte, las bibliotecas y los jardines.

Palabra del Dia

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