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Actualizado: 29 de junio de 2025
Rehechos, pues, de pocos adherentes, Salieron del Brasil en su navío, Al Ibiaza llegaron diligentes, Con vana presumpcion y desvario. Juicios, parecéres diferentes, Dividen todo el reino y señorio; Pues esto fué la causa feneciese Mendieta, y su soberbia pereciese. Así como tomaron puerto aína, Mendieta en tierra salta, procurando A todos maltratar con su maligna Y brava condicion tiranizando.
Doña Clorinda es la que debe estar furiosa continuó el pianista, con la alegría maligna que le inspiraban las rivalidades entre mujeres . Ya no tiene ninguna influencia sobre Martínez, á pesar de que fué ella la que lo descubrió. Se lo ha arrebatado la otra. Pasan semanas sin que «la Generala» vea á su teniente; creo que ya ha renunciado á él.
Se preguntaba qué clase de hierbas serían esas que el anciano recogía con tanto cuidado. ¿No le ofrecería la tierra, avivada para el mal, en virtud del influjo de su maligna mirada, raíces y hierbas venenosas de especies hasta ahora desconocidas que brotarían al contacto de sus dedos? ¿Ó no bastaría ese mismo contacto para convertir en algo deletéreo y mortífero los productos más saludables del seno de la tierra?
D. Narciso dejó escapar una risita maligna y dijo con acento irónico: ¡Mire usted cuántas cosas sabe de teología moral la señorita! Habrá que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa. ¡Caramba, tampoco está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Conque doctora de la Iglesia! ¡jo! ¡jo!... ¡Pero qué perverso es este D. Narciso! ¡Jo! ¡jo! ¡jo!... ¡Es mucho D. Narciso!
Cuando esto decía, el señor de Bismarck miraba á Pacorrito con expresión de burla tan picante y maligna, que nuestro insigne héroe se llenó de coraje. En el mismo instante, el tuno del Canciller disparó una bolita de pan con tanta puntería, que por poco deja ciego á Migajas. Pero éste, como era tan prudente y el prototipo de la circunspección, calló y disimuló.
El amigo convertido en monstruo. Que las pasiones nos ciegan es una verdad tan trivial, que nadie la desconoce. Lo que nos falta no es el principio abstracto y vago, sino una advertencia continuada de sus efectos, un conocimiento práctico, minucioso, de los trastornos que esta maligna influencia produce en nuestro entendimiento; lo que no se adquiere sin penoso trabajo, sin dilatado ejercicio.
Alguna vez la interrumpía con frases del mismo jaez que las que la doméstica usaba, en más de una ocasión, acompañadas de interjecciones que aquélla no se atrevía a pronunciar. Contaba que el día anterior había tropezado en la calle con Moratini, y que el famoso torero le había dicho al pasar: "Recuerdos a tu ama". Al mismo tiempo la maligna doncella miraba de reojo al duque.
Además, el ala del sombrero se clavó en su frente, el velo arremolinado le raspó una mejilla, la punta de un alfiler largo, que parecía animado de vida maligna, buscó traidoramente uno de sus ojos. Ella se separó con rudo tirón. ¡Adiós! ¡adiós! Y al estar junto a la escalerilla, volvió aún la cara hacia Ojeda para despedirse con voz trémula: ¡Novio mío!... ¡mi poeta! Acuérdate alguna vez.
Exaltado por estas cavilaciones, se decidió don Paco a ir a ver a su hija, a explicarle con franqueza y lealtad lo que había pasado y a pedirle cuentas de su maligna conducta. De mucho valor tenía que revestirse para atreverse a dar aquel paso.
Amor y cita, y cita a la media noche, dijo Cigarral, si no me mienten estos jeroglíficos amorosos; y diciendo esto, tomando con maligna reverencia de boca del gozque aquel billete no escrito, le puso en manos de don Lope, quien no reparó o quiso no reparar en las socarronerías de aquella buena maula, ansiando por ver la noche rayar en lo más alto de su carrera.
Palabra del Dia
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