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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Sea cual fuere tu fallo, hazme la justicia de reconocer dos cosas: la primera, que he procurado entender y practicar el arte literario con aquel criterio y temperamento español más atento a reflejar lo natural que a dar lo imaginado por sucedido: nunca quise hacerte soñar, sino sentir; la segunda, que soy de los apasionados de esta hermosa y magnífica lengua castellana, si huraña y esquiva para quien la desconoce o menosprecia, en cambio agradecida y espléndida para los que, haciendo de ella su Dulcinea, aunque no lleguen a lograrla, tienen honra en servirla y placer en amarla.
Hazme el favor de atarme el pelo, que yo no puedo por este dedo malo... Y enseñó uno, por donde manaba sangre. Al ir por los patrones se lo había pinchado. Valentina, muy turbada todavía, comenzó a atárselo. Me tiraba mucho, y, al desatarlo, me pinché con el alfiler que sujeta la cinta de arriba... El pobre Gonzalo no se arreglaba muy bien para atármelo, ¿verdad? añadió riendo.
Al decir esto se sentó, y tomando pluma y papel trazó con agitación y disfrazando la letra la siguiente carta: Excmo. Sr. Conde de Trevia. Si mañana sales á cazar con tu señora, abre mucho los ojos y quizás podrás ver á quien te roba la honra. Después de cerrarla y escribir el sobre llamó á la criada. ¿Se ha acostado ya tu hermano? No, señorito. Pues hazme el favor de decirle que suba.
2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? 3 Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y hazme saber tú. 4 ¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Hazmelo saber, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué estan fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
Hazme guisos sencillos, sabrosos y sanos, y de este modo tendremos siempre el respeto de la crítica y la aceptación del público. Desde entonces, la Rosario pone sus cinco sentidos en la cocina. A veces, advierto la desaparición de algún plato, pero no es culpa de la Rosario. Yo no lo rompí. Fue él. Lo tenía en la mano, y se cayó. Se hizo pedazos contra el suelo...
Cero, trescientos diez y ocho... Hazme el favor de alcanzarme las Tablas de resistencias... aquel libro rojo... MÁXIMO. Más arriba. ELECTRA. Ya, ya...¡qué tonta! MÁXIMO. Es maravilloso que en tan poco tiempo conozcas mis libros y el lugar que ocupan. ELECTRA. No dirás que no lo he puesto todo muy arregladito. MÁXIMO. ¡Gracias a Dios que veo en mi estudio la limpieza y el orden!
La portera y la otra monja no la pudieron contener, y Guillermina salió al patio por la puerta que lo comunica con el vestíbulo. «Guillermina gritó Sor Natividad desde arriba , no salgas... Cuidado... mira que es una fiera... Ahí tienes, ahí tienes la alhaja que tú nos has traído... Retírate por Dios, mira que está loca y no repara... Hazme el favor de llamar a una pareja de Orden Público».
No poco contribuyó a estrechar esta amistad por parte de nuestro héroe la ojeriza injustificada que el cura había tomado a Mendoza, y que le hacía padecer bastante. Mendoza era en la clase de don Juan el blanco de todos sus donaires y el hazme reír de los chicos.
Sería lo que se te antoje, pero era un hombre muy campechano y muy á la buena de Dios. ¡Así fuese éste como él! ¡Pobre señor conde, en qué pocos días se escapó al otro mundo!... Me voy, que aún no le he mandado el almuerzo á tu padre, y estará furioso. Ahora hazme el favor de salir de esa bendita cama y no vuelvas á dormirte. Hasta luego, hijo mío. Su hijo la llamó antes de llegar á ella. Mamá.
13 la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente. 14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de la escalera, muéstrame tu vista, hazme oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu vista hermosa. 16 Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.
Palabra del Dia
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