Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
No se puede expresar por qué; pero sus proporciones, su actitud, la forma de su cabeza, el movimiento que hace, el modo de extender el brazo, la delicadeza con que arquea los dedos, le dan en totalidad un aspecto clásico en el más alto sentido de la palabra: y se le ocurre a uno pensar que si se descubrieran obras de pintores griegos se hallaría algo parecido a esa mujer gentil y airosa, bella y fuerte, que habiendo nacido en Lavapiés o Maravillas es digna de haber pisado las plazas de Atenas y Corinto.
Tristán y Clara, tímidos y embarazados, recorrieron las habitaciones de la casa, pequeñas comparadas con las del suntuoso hotel que acababan de dejar, pero amuebladas con refinado gusto y coquetería. Clara lo hallaría todo precioso aunque fuese mucho peor. Pero la cocinera ardía en deseos de mostrarles hasta dónde llegaban los primores de su arte.
Doña Inés, con su severidad y su tiesura, casi le infundía miedo; pero le venció la vergüenza, hizo cuanto pudo para apartarlo de sí, y se dirigió, con todos los bríos que pudo recoger y acumular en su ánimo, a casa de la señora doña Inés López Roldan, a quien sabía él que hallaría sola a la hora de la siesta. En casa de doña Inés se comía entonces a las dos de la tarde.
Diole mucho que cavilar la racional sospecha; vio las cosas con espíritu sereno y por todas sus caras a la luz de los antecedentes que tenía, y sacó en limpio que, saliera pez o rana en definitiva, era de necesidad, por de pronto, enterar a don Adrián del mal éxito de sus negociaciones, para que Leto, que se hallaría presente, lo tuviera entendido en la correspondiente proporción.
No hallaría jamás en él al apóstol de gran elocuencia y mucho saber; pero sí al hombre de buen sentido y grandes virtudes, consistiendo la mayor de ellas en ignorar que las poseía.
Y vine a esta ciudad, pensando que hallaría un buen asiento, mas no me ha sucedido como pensé. Canónigos y señores de la iglesia, muchos hallo, mas es gente tan limitada que no los sacaran de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla, también me ruegan; mas servir con éstos es gran trabajo, porque de hombre os habéis de convertir en malilla y si no. «Andá con Dios» os dicen.
Soledad la devoró con la vista largo rato y dejó escapar un suspiro. ¡Sí, si cualquiera hallaría á su gusto esta chiquilla! Y ella, que poseía los ojos más hermosos de Cádiz, envidió en aquel momento los pequeñuelos y maliciosos de su rival; quisiera ser bajita y tener la nariz remangada como ella. Isabel era rubia y desgarbada.
En vez del seis o del siete, haría ganar a doña Luz el nueve o el diez por ciento sobre el capital; tres por ciento de ventaja; pero, como él hallaría modo de colocar el dinero al doce y hasta al quince, sobre buenas hipotecas o con escritura de depósito o con otros medios conminatorios para la seguridad, por aquello de que el miedo guarda la viña, D. Acisclo se veía ya convertido en algo como director de un banco hipotecario, de un artilugio ingenioso, de una bomba absorbente, para quedarse con todas las tierras y ochavos de la provincia, haciendo ganar a doña Luz muchísimo más de lo que su capital antes ganaba.
Sin embargo, un demonio burlón murmuraba á mi oído que según todas las previsiones de la humana discreción, Margarita hallaría más paz y felicidad real en la amistad templada de un marido razonable, que en la pasión real de un esposo caballeresco. ¿Será esto verdad, será esto posible? ¡Yo no lo creo!
En estas y otras pláticas les tomó la noche en mitad del camino, sin tener ni descubrir donde aquella noche se recogiesen; y lo que no había de bueno en ello era que perecían de hambre; que, con la falta de las alforjas, les faltó toda la despensa y matalotaje. Y, para acabar de confirmar esta desgracia, les sucedió una aventura que, sin artificio alguno, verdaderamente lo parecía. Y fue que la noche cerró con alguna escuridad; pero, con todo esto, caminaban, creyendo Sancho que, pues aquel camino era real, a una o dos leguas, de buena razón, hallaría en él alguna venta. Yendo, pues, desta manera, la noche escura, el escudero hambriento y el amo con gana de comer, vieron que por el mesmo camino que iban venían hacia ellos gran multitud de lumbres, que no parecían sino estrellas que se movían. Pasmóse Sancho en viéndolas, y don Quijote no las tuvo todas consigo; tiró el uno del cabestro a su asno, y el otro de las riendas a su rocino, y estuvieron quedos, mirando atentamente lo que podía ser aquello, y vieron que las lumbres se iban acercando a ellos, y mientras más se llegaban, mayores parecían; a cuya vista Sancho comenzó a temblar como un azogado, y los cabellos de la cabeza se le erizaron a don Quijote; el cual, animándose un poco, dijo:
Palabra del Dia
Otros Mirando