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Actualizado: 15 de julio de 2025
27 y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas. 4 Los que dejan la ley, alaban al impío; mas los que la guardan, contenderán con ellos. 5 Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan al SE
A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas.
¿Qué se hicieron los ínclitos varones que legaron sus nombres a la historia? ¿Dónde encontrar los regios panteones que guardan sus cenizas y memoria? ¿Dónde está, con harapos y girones, cual leve resto de su antigua gloria, la clámide a sus hombros suspendida, más en sangre que en púrpura teñida?
3 Dichosos los que guardan juicio, los que hacen justicia en todo tiempo. 4 Acuérdate de mí, oh SE
D. Carlos, no nos guardan las consideraciones que merecemos. ¿Qué más?... Ayer no me había acabado de peinar cuando ese bárbaro de Zugarramurdi entró en mi cuarto sin pedir permiso.... ¡Y para qué! para decirme si había yo visto una de sus espuelas que no podía encontrar. Bobadas.... Habla más bajo.... Me parece que se ha despertado el Sr. Navarro.
Mientras los señores hablan con sus amadas, los criados, con los caballos, esperan á cierta distancia de la casa....... Además de los medios indicados, de que se valen los enamorados para llegar hasta los objetos de su amor, hay también otros, porque las señoras se visitan con mucha frecuencia, y nada es más fácil para ellas que taparse con un velo, deslizarse por alguna puerta excusada, subir en una litera y encaminarse á donde se les antoja. Mucho les ayuda la particularidad de que todas ellas, por un pacto tácito, guardan inviolablemente los secretos, y cualquiera que sea el altercado ó la disputa que se promueva entre ellas, jamás abren sus labios para venderse unas á otras. Su discreción, en este punto, no merece incondicional alabanza; pero las consecuencias de su ligereza serían aquí más desastrosas que en ninguna otra parte, porque aquí también se mata sólo por sospecha. Las buenas españolas son muy astutas y saben hacer excelente uso de esta prenda, porque como todas las casas tienen puertas traseras, pueden salir á la calle cuando les parece; y como es frecuente que un hermano viva con su hermana, un hijo con su madre ó un sobrino con su tía, sirve esto de pretexto ú ocasión para verse. El amor es aquí naturalmente ingenioso, y apela á todos los recursos para satisfacerse, permaneciendo siempre fiel y constante. Hay intrigas de este género que duran toda la vida, aunque no se haya malgastado una sola hora en perder de vista su término; se aprovechan todos los instantes, y cuando los amantes se ven y quedan contentos, no hay que pedir otra cosa....... A veces sucede que una dama, envuelta en su velo para no ser conocida y con traje muy sencillo, se encamina á pie al lugar de la cita. La ve un caballero, la persigue, y se empeña en hablarla; pero incómoda con este acompañamiento, se dirige á cualquiera de los que pasan, y, sin darse á conocer, le dice: «Yo os ruego que os interpongáis para impedir que este majadero me siga.» Esta súplica es una orden para el galán español: habla con el que la molesta, le ruega que no la siga, le aconseja que la deje ir en paz, y, si no accede á su deseo, hay que sacar las espadas; de suerte que, por un encuentro de esta especie, se derrama sangre por una señora á quien no se conoce.
No dejaré de consignar, ya que me acuerdo, que durante la representacion guardan sus sombreros todos los espectadores que hay de pié en el parterre y que se situan á derecha é izquierda entre la pared y las butacas: costumbre que no me pareció extremadamente galante.
Y ¿qué mayor que pintarnos un viejo valiente y un mozo cobarde, un lacayo rectórico, un paje consejero, un rey ganapán y una princesa fregona? ¿Qué diré, pues, de la observancia que guardan en los tiempos en que pueden o podían suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que la primera jornada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en Africa, y ansí fuera de cuatro jornadas, la cuarta acababa en América, y así se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo?
Que suena mucho, que se asustan los que pasan, que se rompen dos cristales, que se caen algunas personas, y nada más. ¡Simplezas y pamplinas! Pondremos uno de este tamaño dijo Pecado, expresando con la distancia de una mano a otra la grandeza de sus planes de petardista . Hay en Madrid mucho pillo. Ellos guardan todo el dinero que debía ser para nosotros, ¿eh?
Se dirige al espejo, se da los últimos toques a las cejas y pestañas con el pincel, arregla con mano un poco nerviosa los tirabuzones de la peluca, la cruz de brillantes que lleva al cuello y los pliegues del vestido. Sus amigos guardan un instante silencio y contemplan estas maniobras distraídamente. Señores, hasta luego.
Palabra del Dia
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