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Actualizado: 27 de junio de 2025
Pobre, obscuro, sin protector, sin recomendaciones, entró en Roma, donde hoy dos regios templos, ricos en pinturas y en mármoles y jaspes, conmemoran sus grandes servicios á la Iglesia; donde su imagen está esculpida en plata maciza; donde sus huesos, en una urna cubierta de joyas, se ven colocados ante el altar de Dios.
Velázquez estaba retratando a los Reyes cuando entretenida en sus juegos vino a colocarse cerca de él la Infanta Margarita con sus meninas y enanos; el grupo que formaban seduciría a los regios padres de la niña tanto como al artista y se acordaría que éste pusiese manos a la obra.
Natural era también que el nuevo rey tuviese nuevo privado, pero nunca con mayor exaltación y reconocimiento de méritos que D. Cristóbal cayó nadie de la privanza. Los favores regios vinieron sobre él en aumento de su estado y de su casa. Don Cristóbal fue, por último, el primer virrey que Portugal tuvo, a despecho y con envidia de príncipes y de grandes señores que hubieran querido serlo.
¿Qué se hicieron los ínclitos varones que legaron sus nombres a la historia? ¿Dónde encontrar los regios panteones que guardan sus cenizas y memoria? ¿Dónde está, con harapos y girones, cual leve resto de su antigua gloria, la clámide a sus hombros suspendida, más en sangre que en púrpura teñida?
Sólo una gorrita Con una blanca y grande sampaguita . Un pámpano escotado por pechera, Y en el cuello... así... o como se quiera Por corbata ilang-ilang o champacas O las verdes hojuelas de albahacas; Por faldillas las rojas gumamelas Y dos partidos mondos cacahuetes Por piés, con dos corolas por chinelas, Ocultas por ribetes Formados en minúsculos estambres, Y verdosos pistilos, Que ensartan dos alambres O metálicos hilos, A simular el oropel y encantos Que dan la majestad a regios mantos.
Desde el siguiente día comenzó Sarto a instruirme en mis regios deberes, a explicarme lo que tenía que saber y hacer, y la primera lección duró tres horas. Almorcé apresuradamente, con Sarto siempre frente a mí, diciéndome que el Rey bebía vino blanco en el almuerzo y que detestaba los platos picantes.
El mismo Losada nos invitó entonces á llegarnos á su casa, que no estaba lejos, y nos enseñó un traje completo de charra, cuidadosamente guardado en antiquísimo cofre, y causáronnos asombro el lujo y el gusto, verdaderamente regios, de aquellas vestiduras.
No dudo que la enumeración de los diarios sucesos de mi vida en aquellos días, revestiría gran interés para los que nada saben de lo que ocurre dentro de regios palacios; como no dudo tampoco que la revelación de alguno de los secretos que allí descubrí, tendría gran valor para los estadistas de Europa. Pero lejos de mí una y otra cosa.
Levantó nuestra aventurera la cubierta de una cacerola y vio en ella unas anguilas; levantó otra y vio una cabeza de jabalí desosada y rellena de pechugas de faisanes y de trufas; en resolución, vio los manjares más exquisitos que se presentan en las mesas de los reyes, emperadores y papas: y hasta vio algunos platos, al lado de los cuales los imperiales, papales y regios, serían tan groseros, como al lado de estos un potaje de judías o un gazpacho.
La Amparo, a quien lisonjeaba este amor frenético conocido de todo Madrid, lo desdeñaba en público y lo alimentaba en secreto. Por donde flaqueaban más los saraos de aquélla era por el lado femenino, si bien no faltaban tampoco algunas señoras de la clase media que, a trueque de pisar regios salones y verse servidas por lacayos de calzón corto, consentían en alternar con la querida de Salabert.
Palabra del Dia
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