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Actualizado: 21 de julio de 2025
Sólo una gorrita Con una blanca y grande sampaguita . Un pámpano escotado por pechera, Y en el cuello... así... o como se quiera Por corbata ilang-ilang o champacas O las verdes hojuelas de albahacas; Por faldillas las rojas gumamelas Y dos partidos mondos cacahuetes Por piés, con dos corolas por chinelas, Ocultas por ribetes Formados en minúsculos estambres, Y verdosos pistilos, Que ensartan dos alambres O metálicos hilos, A simular el oropel y encantos Que dan la majestad a regios mantos.
Estando en esto, y yo con lo bebido atolondrado, entraron cuatro de ellos con cuatro zapatos de gotosos por caras, andando a lo columpio, no cubiertos con las capas, sino fajados por los lomos, los sombreros empinados sobre las frentes, altas las faldillas de delante, que parecían diademas, un par de herrerías enteras por guarniciones de dagas y espadas, las conteras en conversación con el calcañar derecho, los ojos derribados, la vista fuerte, bigotes buídos a lo cuerno y barbas turcas, como caballos.
Estando en esto, y yo con lo bebido atolondrado, entraron cuatro de ellos, con cuatro zapatos de gotoso por caras, andando a lo columpio, no cubiertos con las capas sino fajados por los lomos; los sombreros empinados sobre la frente, altas las faldillas de delante que parecían diademas; un par de herrerías enteras por guarniciones de dagas y espadas; las conteras en conversación con el calcañar derecho; los ojos derribados, la vista fuerte; bigotes buidos a lo cuerno, y barbas turcas, como caballos.
El marqués llevaba junto a él a sus hijas, que eran de corta edad, y el animal olisqueaba las blancas faldillas de las pequeñas, agarradas temerosamente a las piernas de su padre, hasta que, con la repentina audacia de la niñez, acababan rascándole el hocico. «¡Echate, Coronel!» Coronel descansaba sobre sus patas dobladas, y la familia sentábase en sus costillares, agitados por el ru-ru de fuelle de su poderosa respiración...
Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo; primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada; luego cuando ya era capitán del trasatlántico , un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos; finalmente, un muchacho que empezaba á ir á la escuela y al ver á su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.
Palabra del Dia
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