Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de mayo de 2025
El bravo Mervyn había corrido tan grave peligro, y él, Bevallan, ¿no se había hallado allí? ¡Fatalidad! Jamás se consolaría... no le quedaba otro remedio que colgarse como Crillon. Pues bien, si estuviese yo solo para descolgarlo me dijo el viejo Alain cuando me acompañaba por la noche emplearía todo el mayor tiempo posible para hacerlo.
La situación es hermosa, no lo niego, y hasta me gusta mucho... Pero el marido... ¿Me gustará el marido?... 2 de noviembre. Día de duelo y de tristeza... La vida está hoy como suspendida, y todos olvidan los cuidados cotidianos para no pensar más que en sus queridos muertos, segados por la inexorable fatalidad y acostados en la tumba donde duermen su último sueño.
Y, sin embargo, por una fatalidad que nos cuesta tantas lágrimas, siempre van dirigidos los más grandes tesoros de amor á las personas que menos los merecen. No, por Dios; no me llame usted ingrato respondió Lázaro, viendo que era ya imposible evadirse á las declaraciones que la teóloga exigía de un modo tan apremiante. Yo no soy ingrato, y menos con usted, que tan bondadosa ha sido conmigo.
«Sí iba diciéndose, Miguelina se engaña: algo hay que puedo yo hacer por ese muchacho que es mío y de quien la fatalidad para siempre me separa... Puedo darle la felicidad con que sueña y que desespera alcanzar. Ama a la señora Liénard, y ella siéntese también inclinada a amarle.
Y firmaba: «Trifón Cármenes». Todas aquellas necedades ensartadas en lugares comunes; aquella retórica fiambre, sin pizca de sinceridad, aumentó la tristeza de la Regenta; esto era peor que las campanas, más mecánico, más fatal; era la fatalidad de la estupidez; y también ¡qué triste era ver ideas grandes, tal vez ciertas, y frases, en su original sublimes, allí manoseadas, pisoteadas y por milagros de la necedad convertidas en materia liviana, en lodo de vulgaridad y manchadas por las inmundicias de los tontos!... «¡Aquello era también un símbolo del mundo; las cosas grandes, las ideas puras y bellas, andaban confundidas con la prosa y la falsedad y la maldad, y no había modo de separarlas!». Después Cármenes se presentaba en el cementerio y cantaba una elegía de tres columnas, en tercetos entreverados de silva.
Jugaba pensando en él; el dinero era para él; ¡pero el amor!... Parece imposible que haya podido hacer todo eso mientras mi hijo estaba prisionero y yo carecía de noticias. ¿Qué fuerza demoniaca me empujó?... Y Dios me ha castigado; y si no es Dios, el que sea: la fatalidad, un poder misterioso que nos hace expiar nuestras faltas, llámese como se llame.
»Una celebridad tan universal y tan duradera no puede menos de fundarse en mérito extraordinario, sobre todo cuando se considera que esa celebridad no es debida, ni á ser la primera, ni mucho menos la única obra en su género conocida en España, ni tampoco á que su carácter trivial la ponga naturalmente al alcance del gusto poco delicado del vulgo... Si por una inconcebible fatalidad estuviese destinado á desaparecer de repente de la faz de la tierra nuestro antiguo teatro, y nos fuese dado salvar sólo una pequeñísima parte de él, cuatro dramas, como reliquia de tanta riqueza, nosotros, que tenemos en mucho las obras literarias de nuestra nación, no vacilaríamos en elegir, para salvarlos de ese espantoso naufragio universal, El Tetrarca, de Calderón; El desdén con el desdén, de Moreto; La verdad sospechosa, de Alarcón, y el García del Castañar, de Rojas.»
Cuando quedó el plato limpio, cual si lo hubieran lamido los perros, se pasó la mano por la boca, restregó los dedos sobre el pantalón, y mirando con ojos tiernos a la señora, sentada al otro extremo de la mesa, exclamó: ¡Ay, señora! ¡yo merezco más lástima que castigo! A buen corazón no me gana nadie, y si no fuera la fatalidad y mi hermano...
Guillermina, no conformándose con el escondite, quiso salir con ánimo de recibir la visita en otra habitación; mas dispuso la fatalidad que su prima Patrocinio, al ver entrar a Fortunata, la tomara por una de las muchas personas que iban allí a pedir socorros, y la introdujese, como si dijéramos, a boca de jarro, en el gabinete de la santa.
Así vagó Ulises sobre los océanos, como el rey de Itaca sobre el Mediterráneo, guiado por una fatalidad que lo alejaba de su patria con rudo empellón cada vez que se proponía regresar á ella. La vista de un buque anclado junto al suyo y próximo á partir con lejano destino era para él una tentación que le hacía olvidar la vuelta á España.
Palabra del Dia
Otros Mirando