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Actualizado: 23 de junio de 2025


El sacerdote miró, confuso e impotente, al magistrado, que dijo: Karaulova, escuche al sacerdote; él se lo explicará a usted todo. Y el pobre sacerdote siguió: Todos nosotros, señora, somos pecadores. Unos pecamos de palabra; otros, de obra. Dios omnipotente, tan sólo, puede ser juez de nuestra conciencia.

Fuera oíase el tañido de las campanas tocando a vísperas, estallaban los cohetes en la plaza, pasaban y volvían a pasar pífanos y tamboriles por las calles. Mugían los toros de Camargue, conducidos para la lidia. Acodado en el mantel, con lágrimas en los ojos, escuché la historia del pescadorcillo provenzal.

¿Y luego?... porque supongo que querrás que él entre solo. , , es verdad; me olvidaba; entradle hasta aquí á obscuras; que no pueda ver la desnudez de esta casa; además, esa obscuridad tendrá para él algo de misterioso, y esta habitación le parecerá mejor. Luego, Manuel, necesito que nadie me escuche; ¿lo entendéis? Nadie te escuchará, hija mía dijo dolorosamente el bufón.

El presidente, frunciendo las cejas, consultó a su colega de la izquierda y se dispuso a hablar; pero cayó en la cuenta de que también debía consultar a su colega de la derecha, y se inclinó hacia él. El juez, sonriendo, hizo con la cabeza un signo de aprobación. Escuche usted dijo el presidente, dirigiéndose a Karaulova . El tribunal ha decidido explicarle a usted su error.

Lo escuché yo mesma, yendo a buscar un manto, el domingo pasado, ya de noche. Dilo todo, date prisa. Al entrar unas voces que parecían salir de una alacena; pero, como yo no temo a los duendes, la abrí para ver lo que era. Vacía lo estaba; pero las voces se escuchaban como si fuesen en la mesma cuadra y eran en la de al lado, e decían lo que ya dejo expresado a vuestra merced.

¿Y por qué había de guardarme rencor? ¿Por la risa del otro día?... ¡Pues, hijo, si yo nací riendo, y hasta es fácil que me ría cuando esté dando las últimas boqueadas! Hace usted bien en reírse, y aunque sea de se lo agradezco por el gusto que me da el ver una boca tan fresca y tan linda. ¡Oiga! ¿No sabe que es pecado echar flores a una monja, y mucho más que ésta las escuche?

Gramática italiana, castellana, latina, hebrea y griega. Población de Teruel y noticias sacadas de los antiguos anales de esta ciudad que se conservan en su Archivo. Advertencias pertenecientes a la ciudad de Teruel y sus jueces. Método de estudios. Reyes que han visitado la ciudad de Teruel. Capítulo primero. Situación de la moderna ciudad de Teruel. Sus barrios. El escuche del Molino nuevo.

Basta que doña Cristina afirme que todo es mentira para que él lo crea: basta que el Padre Paulí le diga que Urquiola será un grande hombre para que él escuche impasible sus necedades y bravatas de cabecilla. ¡Ay, Luis! ¡Qué dominación tan rápida y absoluta la de esa gente!...

Volvió sobre sus pasos, llegó a la casa y, tras una corta vacilación, abrió con trabajo la puerta. Entró, con gesto decidido y severo. En el umbral de su habitáculo apareció el portero, sonriendo cortésmente. Escuche usted, amigo mío... Una joven estudianta acaba de entrar. ¿En qué piso vive? ¿Por qué le interesa a usted?

Entre interesado e impaciente escuché todos los pormenores: cómo D.ª Tula la había ido a buscar en coche; la grosería que con ella usaron en el convento, no saliendo a despedirla nadie más que el capellán; lo bien que le sentaba a la señorita el traje de sociedad; la alegría de todos al verla tan «salaíta y tan reguapísima» y todas las palabras insignificantes que con ella cambió en la conversación que habían mantenido.

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