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La otra, también viuda y también titulada, aunque por derecho propio, marquesa de Espinosa, y también llamada por la de Montálvez por su nombre de pila, Leticia, era muy distinta de Sagrario: menos estrepitosa, más seria y, quizá, mejor tipo. Tenía unos ojos negros y escrutadores que punzaban al mirar, correctísimas facciones, algo morena, y muy esbelta todavía.

Volvió a su silla, permaneciendo inmóvil largo rato, como si le costase un gran esfuerzo interior hacer funcionar su tardo pensamiento. El demonio anda en libertad, señor... Era de esperar; ya lo dije yo... Cuando se quieren cosas imposibles, todo se enreda y se acaba la paz. Luego, levantando la cabeza, fijó sus ojos fríos y escrutadores en don Jaime.

¿Qué te pasa, Demetria? Parece que vienes descolorida. Nada me pasa respondió la joven con un acento que demostraba bien claro todo lo contrario. ; algo te pasa. Dímelo, niña. ¿No te he contado yo siempre mis secretos? La tomó de la mano y la miró con ojos escrutadores. Demetria bajó la cabeza y permaneció silenciosa. Vamos, , niña repitió la zagala sacudiéndole la mano. Ya lo sabrás, Telva.

Y cuando Ojeda quedaba solo, ella parecía ocultarse, huyendo de reanudar sus conversaciones. A los ojos escrutadores de Maud no escapaba cierto hermoseamiento de la antigua artista, un mayor cuidado en el adorno de su persona. Fíjese, señor: su amada hace grandes gastos. Hoy va de blanco de pies a cabeza; un traje de piqué, planchado y almidonado; una verdadera coraza.

D.ª Marciala, más franca o más colérica, apenas quitaba los ojos de D. Narciso y D.ª Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde pasaban de vez en cuando relámpagos de ira. En los centros de murmuración de la villa decíase que D.ª Marciala estaba enamorada del P. Narciso. Aunque esto no sea creíble, por tratarse de una señora que toda la vida se había manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda que sus familiaridades con el clérigo podían dar lugar a torcidas interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prójimo. Había casado ya tarde, cuando contaba más de treinta años, con D. José María, el boticario de la plaza.

La tripulación terminaba los preparativos. El capitán prescindía ya enteramente de los convidados y, diligente y afanoso, recorría el barco de proa á popa fijando sus ojos escrutadores en el aparejo y cambiando rápidas palabras con el piloto y contramaestre. Los amigos de Velázquez, comprendiendo que era llegado el momento de partirse, quedaron otra vez graves y taciturnos.

¿Qué tienes? le dijo al fin tímidamente. ¿Estás enfadado conmigo? ¿Por qué había de estarlo? contestó sonriendo tristemente. ¿Te remuerde por algo la conciencia? A no... pero... Miguel guardó silencio unos instantes: los ojos escrutadores de Maximina estaban posados con anhelo sobre él. Tengo que darte una mala noticia dijo al cabo dulcificando cuanto pudo la voz.

Miró con ojos escrutadores por algunos instantes a su querida, y haciendo un esfuerzo por sonreír, dijo, tornando a sentarse al lado de ella: ¡Pero qué animal soy! ¡Vaya una bromita salada, y qué bien que te habrás reído de ! ¿Qué dices? preguntó la Amparo estupefacta. ¡Venga esa cartera, picaruela! Venga esa cartera.

Por ella, que lo destruyesen todo, que se llevaran prisionero hasta al mismo príncipe soberano, y si encima los invasores le devolvían lo que había perdido, mejor que mejor. De pronto, como si le sirviesen de aviso estas caritativas fantasías de Lubimoff, fijó en él unos ojos escrutadores, unos ojos de enfermo receloso que adivina en el vecino sus mismos síntomas. has jugado.

Cuando terminaron, la niña le miró: «No tengo la culpa de que usted haya esperado tanto: ha sido mamá ¡que es tan pesadaEl joven contestó con otra mirada indiferente y fría y entró en el gabinete. La niña salió de la sala con un nuevo desengaño en el corazón. Era el célebre doctor Ibarra un anciano fresco y sonrosado, pequeñito, con ojos vivos y escrutadores, todo vestido de negro.