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Actualizado: 29 de junio de 2025


Como se ve, en Facundo, después de haber derrotado a los unitarios y dispersado a los doctores, reaparece su primera idea antes de haber entrado en la lucha, su decisión por la presidencia y su convencimiento de la necesidad de poner orden en los negocios de la República.

¿Qué?... ¡por Dios y la Virgen!... ¿qué te pasa? No puedo ir allá. Y señaló la casa de Aldeacorba, cuyo tejado se veía a lo lejos entre los árboles. ¿Por qué? La Virgen Santísima lo sabe replicó la Nela con cierta decisión . Que la Virgen Santísima la bendiga a usted. Haciendo una cruz con los dedos se los besó. Juraba. Florentina dio un paso hacia ella.

Con miradas no más expresó Nina su lástima del pobre ciego, su decisión de no abandonarle, y su conformidad con todas las calamidades que quisiera enviarle Dios. Y en esto, Antonio Zapata, que a su casa volvía, vio a su mujer en el grupo; llegose a ella presuroso, y enterado de lo que hablaban, aconsejó a Benina que llevara al moro a la consulta de enfermedades dermatológicas en San Juan de Dios.

Hace tres años que padece hambres y penas, y, sin embargo, jamás se ha quejado. Ya conoce mi carácter, sabe que cuando Burton Blair resuelve hacer una cosa ¡por Job! la hace y apretó fuertemente sus enérgicas quijadas, mientras en sus ojos se reflejó una mirada de decisión y persistencia tenaz, la más terrible que he visto en un hombre.

En ello, señores, no hizo Martí más que seguir aquella vieja tradición de sus mayores; de nuestros mayores, sería mejor decir; ya que la firme decisión del sacrificio había de ser la única arma de bastante temple para proporcionar a los cubanos la victoria, remota y casi inasequible.

Pero debían concederle la vida á trueque de sus confesiones importantes... Además, había que tener en cuenta la inconsciencia de su carácter... la venganza de que la hacían objeto los enemigos del país... Esperó hasta bien entrada la noche, al lado de Freya, la decisión del tribunal. Su defendida parecía animada por la esperanza.

No es cosa de aguardar a que esos incircuncisos vengan aquí a darle a uno tósigo. Mas ya el cura de Boán y el señorito de Limioso, unidos al Tuerto, formaban un grupo lleno de decisión.

Pero á medida que se acercaban al pueblo, la energía nerviosa la abandonaba poco á poco, se volvía silenciosa, perdía su decision, acortaba el paso, y despues se quedaba detrás. Hermana Balî tenía que animarla. ¡Que vamos á llegar tarde! decía. Julî seguía pálida, con los ojos bajos, sin atreverse á levantarlos. Creía que todo el mundo la miraba y la señalaban con el dedo.

Octavio, para huir el vago malestar que le aquejaba, procuró representarse bien el apuro en que se veía y el sagrado ministerio de la persona que tenía delante. Se hizo cargo de que no había más remedio que entregarse en manos del cura, saliese lo que saliese, y le dijo con decisión: Señor cura, he venido á su casa para hablarle de un asunto muy grave.

No, corazón, no se apresuró a rectificar Nuncita, que era de la guardia real. ¿No era arcabucero? No, mi alma; de la guardia real te digo. D. Cristóbal disimulaba la risa con un flujo de tos. Manuel Antonio y los pollastres reían descaradamente. Paniagua era hombre muy notable prosiguió Paco. Poseía esa decisión que tan bien sienta a los militares.

Palabra del Dia

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