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Actualizado: 17 de septiembre de 2025
Sobre todo, lo que llamaba mi atención de una manera particular, era su frente de un profeta, y que aun estaba coronada por espesos cabellos de un rubio pálido; era la mirada tranquila y dulce de sus ojos azules, que parecían estar contemplando siempre el mundo de lo ideal; era su nariz, ligeramente aguileña, y que revelaba una gran firmeza de carácter.
Si alguna locura he hecho en mi vida, ella ha sido la consejera... Es la juventud que renace en nosotros; la locura que nos hace la visita anual... ¡Y yo, fiel siempre a ella; adorándola; aguardando su llegada cerca de un año en este rincón para verla aparecer con su mejor traje, coronada de azahar como una virgen, una virgen malvada que paga mi cariño con golpes!... Mire usted cómo me ha puesto.
Era ésta una mujer alta, huesosa, de dura y vieja fisonomía, coronada por abundante masa de negrísima cabellera. Aristócrata y célibe empedernida, en cuanto él cumplió la mayor edad, profesó ella en la orden de las ursulinas. No sin decirle antes, sintetizando su obra educativa: Por tu nombre y antepasados, eres el primer noble, el primer grande de nuestra siempre noble y grande España.
Tenía la cabeza sobre una almohada de brocado, coronada con una guirnalda de diversas y odoríferas flores tejida, las manos cruzadas sobre el pecho, y, entre ellas, un ramo de amarilla y vencedora palma.
Pero tú, amado primo añadió sonriendo no eres un hombre de estos tiempos. Debiste nacer en las montañas de la Arcadia feliz, y dejar que tu vida se deslizase lejos del tráfago y estruendo de las ciudades, sonando el dulce caramillo y rindiendo culto á Pan y á las ninfas, coronada la frente de mirto y roble.
Los habitantes de la tres veces coronada ciudad cruzaban por los sitios en que, sesenta años después, el virrey conde de la Monclova debía construir los portales de Escribanos y Botoneros, deteniéndose frente a la puerta lateral de palacio. En éste todo se volvía entradas y salidas de personajes, más o menos caracterizados.
De castillos y torres coronada, Por fuerte y por hermosa en igual grado Tenida, conocida y estimada. Mandóme el del aligero calzado, Que me aprestase y fuese luego á tierra A dar á los LUPERCIOS un recado. En que les diese cuenta de la guerra Temida, y que á venir les persuadiese Al duro y fiero asalto, al cierra, cierra,
La salud brillaba en sus frescas y sonrosadas mejillas; la calma, en su cándida y tersa frente, coronada de rubios rizos; la serenidad del espíritu, en sus ojos azules, donde cierto fulgor apacible de caridad y de sentimientos piadosos suavizaba el ingénito orgullo.
Entre las agudezas del príncipe de Esquilache, cuentan que le dijo a un sujeto muy cerrado de mollera, que leía mucho y ningún fruto sacaba de la lectura: Déjese de libros, amigo, y persuádase que el huevo mientras más cocido, más duro. Esquilache, al regresar a España en 1622, fué muy considerado del nuevo monarca Felipe IV, y murió en 1658 en la coronada villa del oso y el madroño.
Ya se pasa delante de una graciosa villa ó aldea, situada sobre la orilla misma del rio, al pié de una alta colina rocallosa coronada por un castillo, ó medio enclavada en el fondo de alguna garganta profunda y bajo la sombra de algun pequeño bosque de oscura tinta; ya se ve un pequeño pueblo medio empinado sobre una falda y literalmente rodeado de sarmientos, como un alegre Baco; ya en fin, se encuentra un enjambre de vapores y botes remolcados y de grandes balsas de maderas, que le dan al rio el aspecto mas pintoresco y variado.
Palabra del Dia
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