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Actualizado: 17 de septiembre de 2025


Asi América gime entre cordeles Al rudo potro colonial atada, Seguida por la jauría de lebreles; Y exánime, y sangrienta y lacerada Corre, cae, se levanta y de laureles, Resplandece su frente coronada. Herido por un dardo en la pelea Epaminondas cae sobre su escudo, Abierto el pecho por el dardo agudo Que mata el cuerpo, pero no la idea.

La Reina fué recibida por el arzobispo en la puerta de la Seo, y habiendo descansado por la noche en un retrete que se le preparó, fué coronada al dia siguiente con casi las mismas ceremonias que su esposo, de quien recibió la diadema puesta de rodillas ante él, notándose á la vuelta la diferencia, de que nadie sino la Reina fué á caballo, pues hasta la de Nápoles volvió á pie.

Nadie habría creído que aquella fuese la mansión de los muertos, si en la entrada no se leyese esta inscripción: «Creo en la remisión de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida perdurable. AménLa capilla era un edificio cuadrado, estrecho y sencillo, cerrado con una reja y coronada su modesta media naranja por una cruz de hierro.

La parte superior de aquellos pedestales ó torreones está coronada de flores del tiempo, y por una figura de bronce, la cual arroja hácia lo alto un hilo de agua. Rodéanles una verja circular, por entre cuyos hierros alcanzamos á ver los aparatos de cocina.

Como nuestros antepasados, continuamos todavía mirando al río con una especie de terror religioso, puesto que aun no lo hemos dominado. No es, como el arroyo, una graciosa náyade con su cabellera coronada de juncos; es un hijo de Neptuno que, en su formidable mano, blande el tridente.

Ha habido ilustraciones altas y macizas, pensadores vastos y profundos, prosistas, oradores y poetas de palabra de oro y alas luminosas; pero el genio auténtico, la cabeza batida por aquilones y coronada de rayos, la lengua de fuego que realza y purifica cuanto toca, la pluma gigante que vierte a raudales la ternura, la ciencia y la filosofía... esos, han sido muy raros en América.

Pero sus manos angustiosas volvieron á encontrar el frío y débil sostén cuando buscaban aquella isla de duros músculos coronada por una cabeza hirsuta y sonriente. Siguió en su tenaz flotación, luchando con el sopor que le aconsejaba soltar el apoyo flotante, dejarse ir á fondo, dormir... ¡dormir para siempre! Los zapatos y los pantalones continuaban tirando de él cada vez con mayor fuerza.

A las 2 de la mañana del siguiente dia se mandaron salir 150 fusileros de las tropas lijeras, con los indios auxiliares de Anta y de Chincheros, para que ocupasen una montaña que dominaba la llanura, por donde debia pasar precisamente el ejército para dirigirse á Cambapata, cuyo pueblo reconocido, se notó le habian cercado los insurgentes, con una muralla de adobes, coronada y cubierta de espinos, para embarazar la marcha, y retardar cuanto les fuese posible la llegada de las tropas á Tinta.

Pensamos en la inquietud íntima de ese espíritu que había visto desaparecer tantas cosas y tantos amores, preguntarse al amanecer de cada día: «¿Será hoy?», e inclinar la frente coronada de plata y sentir el corazón turbado ante la evidencia del angustiador misterio.

El quid estaba en colocar bien las siete chicas, pues mientras esta tremenda campaña matrimoñesca no fuera coronada por un éxito brillante, en la casa no podía haber grandes ahorros. Isabel Cordero era, veinte años ha, una mujer desmejorada, pálida, deforme de talle, como esas personas que parece se están desbaratando y que no tienen las partes del cuerpo en su verdadero sitio.

Palabra del Dia

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