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Actualizado: 20 de junio de 2025


Desde que pasó el ejército la raya que divide ambos vireinatos, fué la desercion de la tropa de milicias, y la de los indios auxiliares de Anta y Chincheros, tan exhorbitante, que llegó D. José del Valle á recelar con fundadas razones le abandonasen enteramente en los mayores riesgos, porque ya no les estimulaba la codicia del saqueo que los habia detenido en parte hasta entonces.

Para evitar el peligro se nombraron 100 fusileros de tropas ligeras con todos los indios auxiliares de Anta y Chincheros, á quienes se dió la órden para desalojar á los rebeldes de tres puestos muy ventajosos que ocupaban en la cresta de la montaña en que estaban alojados, cuyo ataque emprendieron valerosamente; y tuvieron la fortuna no solo de conseguir el intento, sino tambien derrotarlos enteramente, á vista del resto de las tropas que esperaban el éxito del suceso.

El demasiado amor á sus familias y hogares, y el ambicioso deseo de recoger sus cosechas, motivaron una considerable desercion, que desvaneció cuanto tenia proyectado, pues no pudo verificar su retroceso desde la puente de Urcos, tan pronto como se lo habia propuesto; porque improvisamente se desaparecieron todos los indios de Anta y Chincheros, y la mayor parte de las tropas milicianas, en que consistia la fuerza del ejército, respecto al corto número de veteranos que en el tenia Sucesivamente fué recibiendo avisos de los gefes de las demas columnas, en que le comunicaban iguales incidentes, ocurridos con las tropas de sus respectivos mandos, y tambien que habia sido atacada la de Langui por los rebeldes, mandados y dirigidos ya por Diego Cristóval Tupac-Amaru, las noches del 18 y 20 de Abril, en que tuvieron dos acciones muy sangrientas, en las cuales fué considerable la pérdida del enemigo, y muchos los heridos de nuestra parte, siendo comprendidos en este número el Comandante, D. Manuel Castilla, y algunos oficiales principales.

Luego que avistaron los rebeldes unas cargas de los indios de Tinta y Chincheros que se habian adelantado sin órden, las atacaron con la mayor intrepidez y osadia.

Próximo ya todo el ejército español al de los insurgentes, y ocupada la falda del citado monte de Condorcuyo, los indios de Anta y Chincheros les gritaban que si bajaban á dar la obediencia a S.M. serian perdonados de buena , y se restituirian tranquilamente á sus casas: pero ellos obstinados les respondieron con audacia, que su objeto era dirigirse al Cuzco, para poner en libertad á su idolatrado Inca, y que en este concepto siguiesen su camino si les acomodaba.

A las 2 de la mañana del siguiente dia se mandaron salir 150 fusileros de las tropas lijeras, con los indios auxiliares de Anta y de Chincheros, para que ocupasen una montaña que dominaba la llanura, por donde debia pasar precisamente el ejército para dirigirse á Cambapata, cuyo pueblo reconocido, se notó le habian cercado los insurgentes, con una muralla de adobes, coronada y cubierta de espinos, para embarazar la marcha, y retardar cuanto les fuese posible la llegada de las tropas á Tinta.

Nuestras tropas acreditaron este dia su teson y brio, y no poca constancia los rebeldes; hasta que superados por los nuestros, á que contribuyeron tambien los indios de Anta y Chincheros, fueron desalojados y puestos en fuga, dejando en el campo de batalla mas de 600 cadáveres, sin poderse averiguar el número de heridos que serian muchos, porque sufrieron un excesivo fuego de nuestra parte, hecho casi siempre á distancia de medio tiro de fusil.

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