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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Nos convendrá con este objeto detenernos principalmente en Francia é Inglaterra, ya porque en ambos paises se escribieron muchos dramas religiosos muy importantes, que han dado origen á concienzudos trabajos sobre este particular, ya por los innumerables documentos, que, relativos á ellos, se conservan .
En mi pobrísimo juicio, entiendo que en toda ley deben presidir conceptos concretos é ineludibles, huyéndose cuanto posible sea de crear dudas y vacilaciones en los resultados de su aplicación, que originen arbitrarias resoluciones, por más que estén aquilatadas en la prudencia que crean largas prácticas de concienzudos tribunales; y digo esto, porque muchos de los artículos del Código de comercio vigente, son objeto en su aplicación del prudencial arbitrio de aquellos tribunales, pudiendo asegurar, sin temor de equivocarme, que de los 70,000 chinos que viven en Filipinas, el 80 por 100 se dedican á comprar y vender, ejerciendo por lo tanto el comercio, sin que ninguno de esos miles de comerciantes esté dentro del Código de comercio, y mucho sería encontrar casas españolas ó extranjeras que puedan justificar estar libres de olvidos de algunas prevenciones del Código.
«Sí, ella era feliz, pensaba; más valía así». También Emma vivía muy contenta y le trataba a él mejor que antes, y a veces le daba a entender que le agradecía también la iniciación en aquella nueva vida... del arte, como llamaban en casa a los trotes en que se habían metido. Todos eran felices, menos él... a ratos. No estaba satisfecho de los demás, ni de sí mismo, ni de nadie. Debía serse bueno, y nadie lo era. En el mundo ya no había gente completamente honrada, y era una lástima. No había con quién tratar, ni consigo mismo. Se huía; le espantaban, le repugnaban aquellos soliloquios concienzudos de que en otro tiempo estaba orgulloso y en que se complacía, hasta el punto de quedarse dormido de gusto al hacer examen de conciencia. Ahora veía con claridad que, en resumidas cuentas, él era una mala persona. Pero ¿de qué le valía aquella severidad con que se trataba a sí mismo a la hora de despertar, con bilis en el gaznate, si después que se levantaba, y se lavaba, y se echaba mucha agua en el cogote, resucitaba en él, con el vigor de la vida, con la fuerza de su otoño viril, sano y fuerte, la concupiscencia invencible, el afán de gozar, la pereza del pecado convertido en hábito? Aquello iba mal, muy mal; su casa, la de su mujer, antes era aburrida, inaguantable, un calabozo, una tiranía; pero ya era peor que todo esto, era un... burdel, sí, burdel; y se decía a sí mismo: «Aquí todos vienen a divertirse y a arruinarnos; todos parecemos cómicos y aventureros, herejes y amontonados». Este amontonados tenía un significado terrible en los soliloquios de Bonis. Amontonados era... una mezcla de amores incompatibles, de complacencias escandalosas, de confusiones abominables. A veces se le figuraba que aquella familiaridad exagerada de los alemanes, los cómicos, y su mujer, era algo parecida a la cama redonda de la miseria; podía no haber allí ningún crimen de lesa honestidad..., pero el peligro existía y las apariencias condenaban a todos. Marta, que iba a casarse con el tío Nepomuceno, admitía galanteos subrepticios del primo Sebastián, un cincuentón verde y bien conservado, que de romántico se había convertido en cínico, por creer que en esto consistía el progreso. Sebastián, antes tan idealista y poético, ahora no podía ver una cocinera sin darle un pellizco, y esto lo atribuía a que estábamos en un siglo positivo.
El señor Cané, a pesar de su malhadado propósito de «marchar con paso igual y suelto», y de su afectado desdén por los estudios serios y concienzudos, llegando hasta decir: «Que nada, resiste en el día a la perseverante consulta de las enciclopedias», no ha podido resistir, sin embargo, al deseo o a la necesidad de ocuparse de la faz literaria de Colombia.
La sociedad no tiene que ver con eso dijo la abuela estudiándome con angustia; todo depende del carácter particular. No siempre respondí en tono más firme. La lucha está emprendida de abajo a arriba en esta vieja sociedad alterada. Solamente en este combate por la vida, desgraciados los tímidos, desgraciados los débiles, desgraciados los concienzudos... Esos están vencidos de antemano...
Por lo demás, la descripción vaga y general, que hace de este linaje de espectáculos, nos hace sospechar que acaso no eran bastante profundos y concienzudos los estudios, á que se consagrara, acerca de la historia del teatro español. Verdad es que sus errores no pueden refutarse concreta y cumplidamente, aunque se sienta que existen en el fondo.
No es éste el lugar oportuno de referir prolijamente la vida de tan grande hombre, querido y admirado de toda Europa; pero tampoco nos parece justo hacerlo con superficialidad después de los concienzudos trabajos de Ríos, Pellicer, y sobre todo de Navarrete, que han derramado nueva luz sobre ella, y que son poco conocidos fuera de España . El objeto de esta obra exige tan sólo extendernos cuanto nos sea dable sobre sus trabajos dramáticos; de los demás sucesos de su vida sólo trataremos más minuciosamente en los casos en que las modernas investigaciones hayan revelado hechos desconocidos, ó subsanado antiguos errores, tocando ligeramente los datos y noticias ya vulgares.
Pero los jueces de paz y los de la cabecera no se atrevían á darle la razon, temiendo la cesantía, escarmetados en la cabeza de uno que fué inmediatamente depuesto. Y no eran malos por cierto aquellos jueces, eran hombres concienzudos, morales, buenos ciudadanos, excelentes padres de familia, buenos hijos... y sabían considerar la situacion del pobre Tales mejor de lo que el mismo Tales podía.
No están conformes los biógrafos de D. Marcos en la causa de ciertas riñas, que pusieron á la esposa en peligro de morir á manos de su esposo: unos lo atribuyen á veleidades del escritor; otros más concienzudos, y buscando siempre las causas recónditas de los sucesos humanos, á que el pesimismo adquirido cultivando las letras infiltróse de tal modo en su pensamiento, que llenó su vida de melancolía y fastidio. ¡Tal influjo tienen las grandes ideas en las grandes almas!
NOTAS: Al menos es cierto que las noticias sobre la vida y obras de Cervantes, que se hallan en las modernas ediciones francesas y alemanas de Don Quijote, adolecen de tan groseros errores, que serían imperdonables, aun sin la existencia anterior de tan concienzudos trabajos.
Palabra del Dia
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