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Actualizado: 25 de junio de 2025


El presupuesto de nuestro país es un grande empréstito, perpetuamente abierto. El francés dice: ¡Atesoremos, atesoremos! Una de estas mañanas estallará una revolución que hará caer el cinco por ciento a cincuenta o sesenta francos, y entonces compraré. Puesto que las revoluciones son inevitables, procuremos al menos sacar algún provecho de ellas.

Y entonces gastaré un millón, dos millones, seis millones, en construir un asilo benéfico. ¿Para qué dijo Guillermina? ¡Ah!, para locos; , es lo que hace más falta... y me llamarán la Providencia de los desgraciados, y pasmaré al mundo con mi devoción... Tendremos uno, dos, muchos hijos, y seré el más feliz de los hombres... Le compraré al Cristo aquel tan lleno de cardenales una urna de plata... y...».

Parece la subida al Calvario, y con esta cruz que llevo a cuestas, más... ¡Qué hermosos nardos vende esta mujer! Le compraré uno... 'Deme usted un nardo. Una varita sola... Vaya, deme usted tres varitas. ¿Cuánto? Tome usted... Abur'. Me ha robado.

Ya se fueron. ¡Mira cómo brilla la luna! ¡Mira qué campos tan hermosos y cuántas flores!... Un palacio de cristal... Delante hay una niña jugando con un gatito blanco... ¡Qué precioso!... Es más bonito que el Rojo... Déjame jugar con ella, Luis... Jugarás cuanto quieras, y te compraré un gatito y una palomita blanca que venga a comer a tu mano. No, no quiero que gastes dinero.

Bien podeis, madre, comprallo, Si no yo lo compraré: Mas por quitarme de afan, Si alguno conmigo topa, Le daré toda esta ropa Por un mendrugo de pan. Qué mamas, triste criatura! No sientes que á mi despecho Sacas ya del flaco pecho Por leche, la sangre pura? Lleva la carne á pedazos, Y procura de hartarte, Que no pueden mas llevarte Mis floxos, cansados brazos!

Bien, vida mía, bien roto está. Ya le compraré yo a mi niño una gruesa de camellos y de reyes negros, blancos y de todos los colores. Jacinta tenía ya celos. Pero consolábase de ellos viendo que Juanín no quería estar en el regazo de su abuela y se deslizaba de los brazos de esta para buscar los de su mamá verdadera.

El descubrimiento del tesoro sacó las ideas de Rosalía de aquel círculo de modestia y abnegación en que las había encerrado la enfermedad de su marido. Este le dijo en un rapto de entusiasmo: «Cuando me ponga bueno, te compraré un vestido de gro, y para el invierno, si sigo bien, tendrás uno de terciopelo.

Ya tenemos a nuestro filósofo en campaña dijo Sofía con mal humor . ¿Qué sabes lo que yo he hecho ni lo que he dejado de hacer? No te enfades, querida replicó Golfín ; todos mis argumentos van a parar a un punto, y es que debías haberle comprado zapatos a la Nela. Pues mira, mañana mismo se los he de comprar. No, porque esta misma noche se los compraré yo.

Casaré á mi hija con ese Cristóbal Cuero, y allá se arreglen; haré lo posible para que el duque de Lerma un empleo al galopín Cosme Aldaba, y cuando todo esté hecho, me iré con Luisa y con lo que haya nacido á Asturias, compraré una tierra y viviré en paz. El cocinero empezó á poner en sacos su dinero, y á colocar aquellos sacos en una arca.

Compraré cuadros de los grandes maestros, y tapices y antigüedades, y todo lo que sea curioso sin dejar de ser bello, porque las rarezas sin hermosuras me desagradan como las bellezas comunes. JOAQUÍN. ¡Bendito sea tu talento! ISIDORA. En mi casa no entrarán los tontos; eso puedo jurártelo. Me rodearé de hombres discretos, distinguidos.

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