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Actualizado: 12 de octubre de 2025


En tanto don José miraba al Palacio, tratando de adivinar lo que en su interior ocurría; mas nada revelaba el coloso en su muda faz de piedra. En ningún balcón se veía luz. Todo estaba cerrado y sombrío como el disimulo que precede a las grandes resoluciones. «¡Pobre señor! exclamó Relimpio ofreciendo a la dinastía extranjera el homenaje de un suspiro . Le tienen mareado..., aburrido.

Como en aquel, el cono de erupción está en medio del antiguo muro del cráter; el espacio que les separa de la valla montañosa situada enfrente, ó sea el piso del antiguo cráter, es considerablemente mayor y mucho más desigual que el Atrio del Caballo, en el Vesubio. ¡Desgraciado del barrio de San Miguel si despierta el coloso!

En Tebas, al pie del coloso de Memnon, iluminado también ahora por los rayos de la aurora, ocurrió á Schack el pensamiento de una breve epopeya titulada Memnon, escribiendo en seguida alguno de sus cantos, si bien lo terminó recientemente con distinta versificación.

Pasado el susto, se abrazó a sus rodillas besándolas con frenesí, se desbordó en un mar de palabras apasionadas, incoherentes, llenas de fuego y de verdad, mientras ella, tan breve, tan diminuta, contemplaba aquel coloso rendido, con sus ojos misteriosos de valenciana lucientes de amor y pasión. Con este inmenso trabajo conquistó el conde de Onís a la gentil señora de D. Pedro Quiñones de León.

Un hombre mal equipado, peor armado y mugiendo el mar bajo sus pies, entre tinieblas, en medio de los hielos, fué el primero que intentó tamaña hazaña, y solo, enteramente solo, plantó cara al coloso de los mares.

Desde ellas el coloso de este siglo La libertad del hombre quiso ahogar, Pero tendiendo su ala abrasadora De su labio brotó la tempestad, Y lo estrelló en la roca solitaria Que es á la vez su túmulo y altar.

Abrió los ojos y volvió á cerrarlos repetidas veces después de mirar á Ra-Ra y al gigante. ¡Oh, miss Margaret! suplicó Edwin . No se muera. ¿Qué haré yo en el mundo si usted me abandona?... Y el pobre coloso tenía en su voz el mismo tono desesperado del pigmeo Ra-Ra.

Así los sabios del país podrían enterarse, gracias á sus confidencias, de la civilización de los Hombres-Montañas. Después de redactar este documento sólo durmió unas horas. Debía partir al amanecer en la máquina volante que hacía el viaje á una de las ciudades más lejanas de la República. Le aguardaban allá para que diese, ante un público inmenso, otra de sus conferencias sobre el coloso.

Brillaron sus ojos con los reflejos siniestros de una bestia salvaje, temblaron sus labios, contrajese espantosamente su rostro, y arrojando lejos de la pistola, saltó como un tigre sobre el traidor. El Duque no resistió el choque de aquel coloso y cayó rodando. Gonzalo se puso a brumarle las costillas con los pies, lanzando rugidos. Los padrinos acudieron corriendo a sujetarle.

Temblaron las entrañas del monstruo, sacudidas. La noche se tiñó del sol de sus heridas. Y al despertar del sueño de siglos el titán, Buscó a las dulces vírgenes al pié de su albo lecho, Buscó a las flores hechas de todos sus vapores Para clavar ¡qué loco! sus garras en el pecho De vírgenes y flores. Cayeron. Y por ellas Lloró el coloso luego sus lágrimas de estrellas.

Palabra del Dia

mármor

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