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Actualizado: 29 de octubre de 2025


No había cuidado: las cabezas estaban sólidas; como si allí no se bebiese mas que agua, nadie incurría en descuido ni hacía jugadas torpes. Y seguía la partida, sin que por ello los de la apuesta dejasen de hablar con los amigos, bromeando sobre el final de la lucha. Pimentó, al ver á Batiste, masculló un «¡Holaque pretendía ser un saludo, y volvió la vista á sus cartas.

Martín contaba bromeando a Catalina la boda de Bautista y de la Ignacia, en Zaro, el banquete celebrado en casa del padre del vasco francés, el discurso del alcalde del pueblecillo... Carlos desfallecía de cólera. Martín le había impedido conquistar a la Ignacia y deshonraba, además, a los Ohandos siendo el novio de su hermana, hablando con ella de noche.

Reunidos en una estancia mozos y mozas á la luz de un candil pasaban la velada alegremente bromeando, cantando, requebrándose mientras poco á poco las doradas espigas salían de su envoltura y se enristraban para adornar después los corredores y los hórreos. Pero Entralgo era celebrado en todo el país por sus bellas, frondosas pomaradas.

El vino alegra el corazón.... El que no bebe, no es hombre pronunció el abad sentenciosamente. Primitivo volvía ya de su excursión, empuñando en cada mano una botella cubierta de polvo y telarañas. A falta de tirabuzón, se descorcharon con un cuchillo, y a un tiempo se llenaron los vasos chicos traídos ad hoc. Primitivo empinaba el codo con sumo desparpajo, bromeando con el abad y el señorito.

Vamos, muchacho dije a Lotario; no puedes devolverle la vida. Vamos a tu casa, y, si quieres, pasaré la noche a tu lado. No vale la pena, mi tío respondió. Me llamaba tío desde que habíamos convenido en ello una vez, bromeando. Y su semblante duro y cerrado parecía preguntar: «¿Por qué me incomodas en mi dolorTal vez tengamos que hablar de intereses insistí. El no dijo una palabra.

Sed, pues, bueno, y decidme de antemano qué encierra ese cofre. Vamos, loca, estáis bromeando. ¿Qué puede haber en él? Un poco de dinero y títulos de deudas públicas; porque ya os imaginaréis que no soy tan estúpido como para guardar mi dinero sin que produzca. Cuando volvamos de la iglesia, ya marido y mujer, os entregaré las llaves del cofre y de los armarios.

Así te has criado tan rollizo repuso Celso bromeando. Entralgo estaba en efecto á sus pies. Era un grupo de cuarenta ó cincuenta casas situado entre el río Nalón y el pequeño afluente que venía de Villoria, á la entrada misma de la cañada que conduce á este pueblo. Por todas partes rodeado de espesa arboleda en medio de la cual parece sepultado como un nido.

El propio Godfrey, cuando le preguntaron bromeando si ya estaba fijado el día, sonreía con la sensación agradable de un pretendiente que hubiera podido responder «» si así lo hubiera querido. Se sentía transformado, libre de la tentación y la visión de su vida futura se le aparecía como una tierra prometida por la que no tenía necesidad de combatir.

Cuando estaba bueno el tiempo, solía ir directamente a las fincas donde trabajaban, sin pasar por casa. Allí se sentaba sobre el césped, a la sombra de un árbol, dándoles conversación cuando el trabajo era en los prados, o bien sobre una cesta con la sombrilla abierta, si en los maizales. A veces ponía empeño en ayudarles, tomando el azadón, la pala o la guadaña que le prestaba por algunos momentos el criado o Rafael: acometía con ardor la tarea bajo la mirada burlona de Tomás y sus hijos, que hacían alto para contemplarle: golpeaba con todas sus fuerzas y sin compás alguno la tierra, sudaba, se inflamaba y al poco rato soltaba el instrumento, rendido y jadeante, pálido de fatiga. Hombres y mujeres reían al verle en aquel estado y le aseguraban, bromeando, que no servía para aldeano.

Ramoncito aprovecha el instante en que la niña le presenta una taza, para decirla en voz baja y alterada "que le sorprende mucho que se complazca en escuchar las patochadas y frases atrevidas de Cobo Ramírez". Esperanza le mira confusa, y al fin dice "que ella no ha oído semejantes patochadas, que Cobo es un chico muy amable y gracioso". Ramoncito protesta con voz débil y lúgubre entonación contra tal especie y persiste en desacreditar a su amigo, hasta que éste, oliendo el torrezno, se acerca a ellos bromeando según costumbre.

Palabra del Dia

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