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Actualizado: 18 de mayo de 2025
No pienses en ello, niño, que si algún día me dan ideas de faltarte, será con todos menos con él. ¿No vale más tu personilla que ese mono? ¿Por qué te celas? ¡Pues el gachó es de oro para que una mujer se chale por sus pedazos! ¡Con más botones en la cara que un jardín en primavera! Deja que Soledad coma de esa fruta... ¡Para mí ya está podría!
¡A mí!... dijo balbuceando de rabia . ¡Darme órdenes á mí!... Miguel sintió que una mano se agarraba á los botones de su chaleco. Era como un pájaro temblón y agresivo, que se detenía un instante en su ciego impulso para seguir volando hacia arriba. Adivinó la bofetada, é instintivamente avanzó su diestra. Las dos manos se encontraron cuando la del joven revoloteaba cerca del rostro del príncipe.
Una ola de rubor subió a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de vacilación. Vamos, padre insistió ella, sea usted humilde como todos los santos. El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a mí las botas. El P. Gil se levantó y empezó con mano temblorosa, rojo como una amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesión.
Todos los años al abrirse en los campos los rojos botones de las primaverales amapolas, tiene tambien que abrirse á impulso de las lanzas y saetas bereberes la ancha vena de la fecunda sangre cristiana; y hay años en que sobre la misma nieve dura el rojo matiz en el campo desde una á otra primavera, si por acaso al recogerse sus huestes á cuarteles de invierno, se encuentran con bandas enemigas asaz temerarias para cerrarles el paso de los montes . ¿Quién creerá, sin embargo, que no es la monarquía cristiana la que sucumbe, sino el Califato cordobés? ¿Quién podrá imaginarse que no va á ser el Catolicismo sino el Islam el que salga herido de muerte en los campos de Calatañazor?
Mirábale ella lo mismo que el día infausto en que le robara los botones arrancándolos de la ropa... Y al sobrinito se le alborotó la conciencia, haciéndole ver peligros donde no los había. «Me parece cavilaba, tragando la sopa , que la colcha no ha quedado muy limpia... Caspitina, se me olvidó una cosa; pero una cosa muy importante... ver si habían caído pedacitos de barro en alguna parte.
Los botones, las etiquetas de perfumería, las cintas de cigarros, los sellos de correo, las plumas de acero usadas, las cajas de cerillas vacías, las mil cosas informes, fragmentos sin uso ni aplicación, rayaban en lo incalculable.
La madre se alarmaba y... fuera el tercer botón... Nada, la cara y la mirada del nene siempre adustas, con una gravedad hermosa, que iba siendo terrible... El cuarto botón, el quinto, todos los botones salieron de los ojales haciendo gemir la tela. Perdió la cuenta de los botones que soltaba. Fueron ciento, puede que mil... Ni por esas... La cara iba tomando una inmovilidad sospechosa.
Al perderlo de vista aún lo vió mejor. Su imaginación fué evocando vigorosamente ciertos detalles sobre los que había resbalado insensible su mirada. Algo surgió con un relieve doloroso en su memoria: varias rosas, un pequeño grupo de rosas que el militar llevaba sobre el pecho, entre dos botones de su uniforme. ¡Un oficial con flores!
Luego te esperará a la salida, te ofrecerá el agua bendita y volverá a cogerte del brazo». Otras veces le decían: « Por la mañana temprano te levantarás muy despacito para que él no se despierte, limpiarás su ropa, pondrás los botones a su camisa, y cuando llegue la hora tú misma le servirás el chocolate». Otras exclamaban de pronto: « ¡Y cuando tengas un niño!» Entonces la novia sentía un vuelco gratísimo en el corazón; sus manos temblaban y echaba una rápida mirada a las costureras temiendo que hubiesen advertido su emoción.
Una vez allí le invitó á que tuviese un momento la luz mientras ella iba á su cuarto por un recado. Al instante volvió y con mano temblorosa, esforzándose en aparecer severa, le colgó de los botones de plata del chaleco los cordones con herretes de su justillo. Para que los luzcas mañana en la romería de Nuestra Señora del Otero le dijo bajito, muy bajito.
Palabra del Dia
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