Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 18 de mayo de 2025


Un día se presentó en el cuchitril de Belarmino Froilán Escobar, alias el Estudiantón y también Aligator, a que le pusiese palas y medias suelas a un par de botas, que para llegar a ser un verdadero par de botas no necesitaban, además de las palas y de las medias suelas, sino refuerzo en el contrafuerte, unos trozos de la caña y unos cuantos botones.

Señorita, vengo a darle cuenta del billete que me entregó por la mañana. ¡Ah! ... el billete... ¿De cuánto era? De diez duros. Bien, ¿qué ha comprado V.? Los botones para el vestido de la niña, han costado veintisiete reales... ¿Qué más? La sombrilla de miss Ana, que he pagado yo; no la han querido dar menos de tres duros. Bien; son cuatro duros y siete reales.

Los más cobardes forcejeaban con los guantes buen rato y concluían por rogar a algún señor grave que les abrochase los botones. Terminada la operación y al disponerse a bailar, se encontraban con que no había ninguna muchacha sentada. Entonces se resignaban a bailar con alguna mamá. Una en pos de otra, todas las parejas rompieron el baile. Marta permaneció sentada.

Más arriba villorrios con los aleros apiñados, nidos de casas colocados sobre los ribazos escarpados, más arriba aún, las montañas del Tirol, lejanas, del color del aire en que flotan, y en un extremo de ese cuadro algo clásico, pero tan encantador, el viejo, viejísimo batelero, con sus largas polainas y su chaleco rojo con botones de plata, quien me paseó un domingo entero enorgulleciéndose de llevar un francés en su barca.

¡Da! me dijo, señalándome una casita oculta bajo las acacias, y que me pareció muy silenciosa y retirada para ser una Embajada. En un ángulo de la pared brillaban junto a una puerta tres botones de cobre superpuestos. Tiro de uno al azar, ábrese la puerta y entro en un vestíbulo elegante y cómodo, con flores y alfombras por doquier.

Las plantas de jazmines parecen cubiertas de blanca espuma, las rosas primaverales abren sus cálices, y los botones de los tilos empiezan a abrirse. Gertrudis, sentada en el emparrado, ha dejado caer su labor sobre las rodillas y se abandona al ensueño. El perfume de las flores, el calor del sol le han turbado la cabeza; pero poco importa eso.

Su traje de trabajo, de satín de oro con botones que eran flores de perlas; su apasionado amor por los suntuosos colores, las telas que se extendían como olas de luz en su gabinete de trabajo, los terciopelos y las sedas con reflejos de incendio desparramados sobre los muebles y las mesas sin ninguna utilidad, sin otro fin que su belleza, para animarle los ojos con el acicate de sus matices.

A un lado de la plaza estaban sentadas sobre un ribazo, o en sillas de la inmediata taberna, las casadas y las viejas; mujeres anémicas y tristes en su relativa juventud por una procreación excesiva y por las fatigas de su existencia campestre, con los ojos hundidos en un cerco azul que parecía revelar desarreglos interiores, guardando sobre su pecho las cadenas de oro de sus tiempos de atlotas y adornadas las mangas con botones de oro.

Doy a Milagros los treinta duros que necesita ¡la pobre!, y aún me queda algo para el pedazo de foulard, para las dos o tres plumas del sombrero de Isabelita y los botones de nácar.

Vestía chaqueta corta, sombrero cordobés de alas rectas, pantalón ceñido, faja de seda encarnada y camisa bordada con botones de diamantes: todo rico y esmerado, y mostrando no sólo un hombre bien acomodado, sino cuidadoso de su persona y quizá un poquito pagado de ella. ¿Y Joselillo? preguntó. Pues se fué hace ya bastante rato por unos frascos de ginebra y aún no ha venido. ¡Valiente niño!

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando