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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Después había aclarado el cielo, y por último, sobre la atmósfera húmeda y blanca apareció majestuoso un arco iris. El inmenso arco apoyaba uno de sus pies en los cerros de Ficóbriga, junto al mar, y el otro en el bosque de Saldeoro. Soberanamente hermoso en su sencillez, era tal que a nada puede compararse, como no sea a la representación absoluta y esencial de la forma.

Sus mejillas, siempre sonrosadas, estaban ahora vivamente encendidas, no tanto por el movimiento como por el amor que poco a poco, a impulso de las cadencias lánguidas de la habanera se había ido apoderando de su ser. Ramona, encendida también como una amapola, apoyaba la barba adornada por los lados con dos hechiceros hoyuelos, sobre su hombro.

Mas, ¡oh raro prodigio!, el viejezuelo alzó en el aire el báculo en que se apoyaba y dirigió la contera hacia el caballo que sobre él venía. El caballo dobló al punto las rodillas y bajó la cabeza hasta el suelo, como para besarle con humildad.

Mi amiga, al pronunciar la última frase de la leyenda del puente, cuyo nombre del suspiro se debe sin duda á las flores que crecen á su alrededor, vertió una lágrima á la memoria de Hasay, lágrima que se deslizó al blanco teclado del piano, sobre el que maquinalmente apoyaba sus dedos.

El marido, que arrastraba mucho el pie izquierdo y parecía también imposibilitado del brazo correspondiente, se apoyaba en el de su esposa. Esta era alta, rubia, corpulenta y sus ojos abiertos, inmóviles, mostraban que estaba ciega. Ninguno de los dos pasaría de treinta años. ¡Pero qué sorpresa! dijo Elena besando con efusión a la ciega y estrechando la mano sana del paralítico.

El pilluelo, trémulo de emoción por el regalo, había acogido la ceremonia con gravedad, creyéndola algo indispensable que se usaba entre los señores. ¿Eh? volvió a preguntar, mirando a don Jaime como si lo protegiese con toda la inmensidad de su valentía. Pasaba un dedo ligeramente por el filo y luego apoyaba la yema en la punta, gozando voluptuosamente al sentir su agudo pinchazo. ¡Qué joya!

Saltaba alegremente el carruaje sobre el empedrado de las calles. El gran fisiólogo iba de humor excelente y departía sobre su famoso descubrimiento con Rivera, que apoyaba con vivos movimientos de cabeza sus disquisiciones. Luego que salieron de la villa y empezaron a correr por la carretera tuvieron un gracioso encuentro.

Carmen movió la cabeza con desconfianza, y en este instante el alcalde y el cura entraron trayendo del brazo a un joven alto, moreno, de barba y cabellos negros que realzaba entonces una gran palidez, y en cuya mirada, llena de tristeza, podía adivinarse la firmeza de un carácter altivo. Era Pablo. Venía vestido como los montañeses, y se apoyaba en un bastón largo y nudoso.

Y el valentón apoyaba con razones su conducta. ¿Por qué había de pagar él? Vamos á ver, ¿por qué?... Sus tierras ya las cultivaba su abuelo. A la muerte de su padre se las habían repartido los hermanos á su gusto, siguiendo la costumbre de la huerta, sin consultar para nada al propietario.

El héroe se apoyaba en su bastón nudoso, y en los pasos difíciles, que eran los más, pedía auxilio al brazo de Sola. Esta no deseaba otra cosa que servirle y complacerle. Hijita le dijo, cuando pasaron de las higueras del tío Reza-quedito, punto desde el cual ya no se veía la casa , hoy tengo que decirte la última palabra acerca del asunto que hace tiempo me trae muy caviloso.

Palabra del Dia

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