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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Silbaba desde abajo para que los trabajadores hiciesen descender el cable, y sentándose en uno de los platos más pequeños empleados en el servicio, subía sin fatiga hasta la gran planicie donde apoyaba sus codos el gigante amigo.
¡Á la abadía! exclamaron varios escuderos. ¡Un momento, señores! dijo entonces Roger, que había recogido del suelo su rota espada y se apoyaba en el hombro de Gualtero. No he oído á este hidalgo retractar las palabras que me dirigió y.... ¡Cómo! ¿Todavía insistís? preguntó Tránter sorprendido. ¿Y por qué no?
Ya se apoyaba en la mesa sobre el codo izquierdo, ya el sobaco derecho montaba sobre el respaldo de la silla, como si esta fuera una muleta, ya en fin, las piernas se extendían sobre la mesa cual si fueran brazos.
Pendientes de la ancha charpa, de cuero también, que ceñía su cintura, había un revólver a un lado y al otro lado un enorme cuchillo de monte. En la mano derecha cubierta de guante de gamuza, tenía una escopeta de dos cañones, que descansaba en el suelo y sobre la cual se apoyaba. Por bajo, había un rótulo que decía: al ir a caza de tigres.
No se oían los pasos, sino el golpe del fuerte bastón en que se apoyaba el Rey, y que con lúgubre compás sonaba en el alfombrado suelo. Desde el 19 de Julio hasta el 27 de Setiembre el Rey sufrió mucho de un dolor en la cadera izquierda; pero no guardó cama. Sus comidas eran penosas por falta de apetito.
Argensola le interrumpió. El orgullo alemán no se apoyaba únicamente en su Dios; apelaba igualmente á la ciencia.
Julieta, que había sabido por multitud de respuestas, arrancadas a su padre, que en la conducta de aquél no había de censurable más que el afán de darse importancia, protestaba contra una medida tan violenta; y doña Juana apoyaba a su hija. Don Simón insistía en sus propósitos, y se abroquelaba en sus indiscutibles derechos.
2 Y un príncipe sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si el SE
Después lección de solfeo. En seguida bordado. Por la tarde lección de dibujo... Y como mamá le apoyaba, no había más remedio que sufrirle... ¡Maldita sea su estampa!... ¿Quieres creer que ahora ha tenido la desvergüenza de hacer lo mismo? Verás tú.
Solamente, cuando ya estaba al pie del altar, dijo en voz baja, al mismo tiempo que se apoyaba en Guillermo: «Me encuentro mal.» Fue de nuevo conducida a su casa, pero el golpe era ya irremediable y habían quedado destruidos todos los resortes de la vida. Algunos minutos después del mediodía su mirada parecía empañarse y extinguirse.
Palabra del Dia
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