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Yo no quiero que mi sobrina sea tan desgraciada como yo ... Ahora que nos hemos explicado, no vuelva usted más, caballero ... Todo nos separa.... Pero, señorita ... dijo Mauricio en tono de protesta y muy molestado. ¡Oh! no se defienda usted ... Es encantadora y lo que usted piensa de ella. Les escuchaba hace un momento cuando usted la hablaba al pie del terraplén.

A este grito contestó otro más espantoso, que lanzamos los del tren al ver que nos faltaba la tierra, que nuestro vagón se inclinaba al abismo, que las maderas crujían, que la locomotora caía despeñada arrastrándonos detrás, envueltos en los materiales del terraplén.....

Como por casualidad había descubierto un banco en el terraplén, no en el sitio en que ella se encontraba cuando Mauricio pasó por el camino, allí estaba demasiado en evidencia, sino al extremo de la tapia y detrás de un vallado.

En tal momento, Hans, el cuervo, volando por encima del abismo, pasó ante la puerta lanzando un grito ronco; oyose un ruido como de granizo desprendiéndose de la maleza y apareció el loco en el terraplén con un aspecto muy hosco; dirigió una mirada hacia el hogar, y exclamó: Marcos Divès, procura mudarte pronto. Te lo advierto porque estoy cansado de este desorden.

Ya estábamos á media legua del fin de nuestro viaje de inauguración: acabábamos de entrar en el Valle de Buelna, de regreso de Santander: sólo nos faltaban cuatro minutos de marcha por la llanura, para estrechar la mano á los que nos aguardaban ansiosos, con las botellas de Champagne á medio abrir, y celebrar la apertura de esta sección de la vía férrea..... Pasábamos sobre el último terraplén también el último, por haberse concluído aquella misma mañana.

La iglesia está situada en el terraplén y dentro del recinto el castillo, lo cual indica a primera vista haber sido en otros tiempos una dependencia y que, durante las pasadas edades, no era otra cosa que la capilla de la mansión feudal.

Se calló. Acababa de ver el estudio de la virgen del bordado y le examinaba con aire cuidadoso. De una ojeada había reconocido el terraplén de la quinta del tío Guichard, en el que había jugado durante toda su infancia. Y en aquella joven inclinada hacia la callejuela y rodeada de follaje, volvía á encontrar á la desposada cuya cara había cambiado Mauricio por un repentino capricho. ¡Una extraña coincidencia, verdaderamente, y muy á propósito para alarmar á Roussel!

Frente á , se eleva el castillo, construcción considerable del gusto elegante y semiitaliano de los primeros años de Luis XIII. Está precedido por un terraplén que forma, al pie de una gradería, y bajo las altas ventanas de la fachada, una especie de jardín particular, al que se sube por muchos escalones anchos y bajos.

Unido esto á que el Ingeniero inglés Alfredo Jee, que hacía de maquinista, tuvo tiempo antes de morir de quitar alguna fuerza á la máquina, dió por resultado que la locomotora encalló en las rocas que hay al pie del terraplén, por su parte menos elevada, y se paró, no sin haber dado dos vueltas enteras en el aire y el ténder una.

Los faroles venecianos alumbraban las calles de árboles en torno de la casa. Las arboledas del jardín y el terraplén estaban en la sombra. Roussel empezó por pasearse por el parque con aire indiferente y después, poco á poco, se aproximó á la puertecilla que daba al rincón de la callejuela en que estaba la tapia en la cual Mauricio había visto por primera vez á Herminia.