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Entonces se acusó de ingratitud, comprendiendo que ella era el ídolo del amor de Juan. Llamaron a la puerta; la criada venía a anunciarle que le esperaban para comer. Se levantó y se miró a un espejo; como las huellas de sus lágrimas eran visibles todavía, no quiso bajar, temiendo alarmar a su madre, y sobre todo, porque no tenía valor para ver a Juan.

Estos elementos, aprovechando la preocupación que invade la opinión de combatir el vicio y purificar la moral pública, en lugar de apoyar sencillamente este movimiento y de sostener su vigor justificando su utilidad para el bien mismo que persigue, emprende una campaña política que consiste en alarmar al pueblo haciéndole creer que la inmoralidad crece, que los males sociales aumentan, que la vida misma nacional está peligrando por culpa de los reformadores, a causa del nuevo régimen que impera en Filipinas desde la pérdida de la pasada soberanía.

El día en que la necesidad de confidencias le lleve a ese punto, envíeme los fragmentos que pueda comunicarme, sin alarmar demasiado sus pudores de escritor... »Otra cosa que me gustaría saber: ¿qué es de aquel amigo de quien apenas me habla usted ya? El retrato que de él me hizo era seductor. Si comprendí bien debe ser un mozo encantador, pésimo estudiante.

Pero injustos o malvados que siempre ha de haber injustos o malvados cerca de todo grande hombre , lo tacharon una vez de mal cubano, en 1885, cuando él se opuso a los trabajos emprendidos por algunos jefes de la revolución del 68 para llevar una guerra nueva a Cuba, por creerla incompleta y parcial, y por estimar que con ella solo se lograría alarmar y ensangrentar inútilmente el país, en vez de asegurarle su entusiasmo y confianza para cuando se pudiera llevar a la isla la guerra pujante, digna y definitiva.

Cándida, por el contrario, traía buenas noticias... «Novaliches sale con un ejército atroz, pero muy atroz... Verá usted cómo los desbarata en un decir Jesús... Cuentan que en algunos pueblos de Andalucía han rechazado a los rebeldes... Aquí hay mucha gente que quiere alarmar, y pinta las cosas con colores demasiado vivos. Yo he oído que no es tanto como se dice».

La criatura que consigue, con cuatro palabras, alarmar á una ciudad como Paris, menos que criatura es un personaje en pequeño. ¡Dios le tanta suerte, y tantas expresiones felices, como es admirable, sabia y poética su definicion de la gratitud! Otra curiosidad. Hemos visitado una calle célebre, muy célebre, en la historia oculta de esta ciudad: la calle de Chantres.

Sintió impulsos de romper en un himno á sus creencias humanas, como el fantástico doctor. Pero el miedo al ridículo le contuvo; su instinto le avisó el riesgo de alarmar á un alma soñolienta. , vida mía, tengo religión dijo evasivamente. Creo que el hombre debe ser bueno y feliz sobre la tierra y para ello trabajo. Pepita pareció no comprenderle y habló de su madre.

Se calló. Acababa de ver el estudio de la virgen del bordado y le examinaba con aire cuidadoso. De una ojeada había reconocido el terraplén de la quinta del tío Guichard, en el que había jugado durante toda su infancia. Y en aquella joven inclinada hacia la callejuela y rodeada de follaje, volvía á encontrar á la desposada cuya cara había cambiado Mauricio por un repentino capricho. ¡Una extraña coincidencia, verdaderamente, y muy á propósito para alarmar á Roussel!

Su función consiste siempre en alarmar las conciencias con terrores imaginarios para venderles a precio de oro y de salud, la tranquilidad que el racionalismo da gratis y completa, sobre un campo de acción que para éste se ensancha y para aquélla se restringe, día por día, en cantidad y en calidad, pues con el procedimiento de los teólogos cristianos para la curación de la perversidad en los hombres por el terror del infierno viene sucediendo lo que aconteció con la curación de los heridos en las batallas por el aceite hirviendo: que la primera vez que faltó medicamento para la mitad de los enfermos, los cirujanos pudieron constatar, perplejos, que los no curados sanaron más pronto.

Así se hizo al alborear el nuevo día. Los nombres de los expedicionarios eran los mismos que me había dado Facia pocas horas después de haber salido de Tablanca la expedición. A Chisco, que no estuvo presente en «las juntas», se le dio por «conforme», y se le avisó con las debidas precauciones para no alarmar a su amo.