United States or Argentina ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mire usted dijo , hasta la fecha Barbacana no ha podido acabar con este cura, aunque me ha jugado dos o tres buenas.... Pero a jugarlas no me gana él ni Dios.... Sólo que a no se me ocurren las mejores tretas hasta que tocan a romper el fuego.... Entonces ni el diablo discurre lo que yo discurro.

¿Qué, de leales sois, le dice luego: Mirad pues bien el pago que sacado Habeis de esa contienda y triste juego, Que tan contra razon habeis jugado? Hermano, por ventura estais tan ciego, Que no veis que es andar de pié quebrado: El triste del leal dice temblando, Hermano, lo que que estoy penando.

Facundo ha jugado desde la infancia; el juego ha sido su único goce, su desahogo, su vida entera. ¿Pero sabéis lo que es un tallador que tiene en fondos el poder, el terror y la vida de sus compañeros de mesa? Esta es una cosa de que nadie ha podido formarse idea, sino después de haberlo visto durante veinte años.

Me hizo soñar en una primavera eterna de amor y me abandona... Ha jugado conmigo... se burla de ... y no puedo aborrecerle. ¿Por qué me despertó cuando yo estaba allá abajo recogida, tranquila, insensible, en un egoísta aislamiento?... Embustero, miserable... ¿Pero por qué lloro?... Se acabó.

Poca cosa decía la señora Angustias . Pero la niña no viene desnúa: trae lo suyo... ¿Y de ropa? ¡Josú! Hay que ver sus manitas de oro: cómo borda los trapos, cómo se prepara el dote... Gallardo recordaba vagamente haber jugado con ella de niño, junto al portal en que trabajaba el remendón, mientras hablaban las dos madres.

El tenía veintitrés años y yo dieciocho, y muchas veces, cuando niños, habíamos jugado juntos, siendo entonces muy buenos amigos. Después, siete u ocho años antes de esto, él fue a terminar su educación en Francia e Inglaterra. Su padre me hizo sentar, preguntándome qué deseaba, y se lo dije.

Para alcanzar su fin, para reparar las brechas de su fortuna, ha usurpado nuestra confianza, ha hecho trizas nuestro reposo, ha jugado con nuestros sentimientos más puros, más verdaderos y más sagrados, ha estropeado y destrozado nuestros corazones sin piedad. Vea ahí lo que ha hecho, ó querido hacer, poco importa.

Maximiliano buscaba una fórmula para pedirle perdón sin menoscabo de su dignidad de señorito. Sentíase con impulsos de protección hacia ella. Verdad que habían jugado juntos; que el año anterior, a pesar de la diferencia de edades, eran tan niños el uno como el otro, y se entretenían en enredos inocentes. Pero ya las cosas habían cambiado.

Después de un gran rato de silencio, consagrado a las devociones, Barbarita se volvía a él diciéndole con altanería impropia de aquel santo lugar: «Vaya, que tu amigo el Sordo nos la ha jugado buena». ¿Por qué, señora?

El zapatito de un niño; la muñeca, sentada en su cochecito; el caballito de madera, en una palabra, cualquier objeto que se hubiere usado ó con que se hubiere jugado durante el día, reviste ahora un aspecto extraño y singular, aunque sea tan perfectamente visible como con la claridad del sol.