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¡Bah, bah! eso es cuestión de trasladarse.... En casándoos solicitas bajo cuerda que te lleven a otro sitio... el viejo se queda por allá cuidando de las rentas, y y la niña os estáis donde nadie sepa si la engendró un archiduque o el verdugo.... Por de pronto, en la luna de miel sales con tu mujer a dar una vuelta por Europa, y así te libras de las hablillas de la primera temporada.

Tirso continuaba dando gracias a Dios después de las comidas. Lo que más exasperaba a Pepe, era el abandono en que ambas tenían al padre, pareciéndole mentira que fuesen las mismas mujeres, antes solícitas en el cuidado hasta la exageración, siempre opuestas a todo lo que fuese salir, ahora despegadas y ávidas de callejear.

En el momento mismo, en que el señor Laubepin me propuso este empleo, todos mis instintos, todos mis hábitos se sublevaron violentamente contra el carácter de dependencia particular, inherente á tales funciones. Había creído, sin embargo, que era imposible rechazar el empleo sin esquivar, al parecer, las solícitas diligencias del anciano en mi favor.

En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo.

ABIND. Pensé que era pasado, y no es venido. Salen NARVÁEZ y cuatro soldados, PÁEZ y ALVARADO, ESPINOSA y CABRERA. NARV. Dadle la mano, Alvarado, Y no haya más. ALVAR. No permitas, Pues siempre honor solicitas, Que pierda el que me han quitado. NARV. Volvedme a contar lo que es, Que en lo que hasta agora entiendo, Poco vuestro honor ofendo.

Al salir Flora tropezó reunidas más allá del Barrero, en el camino que domina la vega, á las tres sabias del lugar, la tía Jeroma, madre del glorioso Bartolo, Elisa y la vieja Rosenda. Departían según su costumbre, fumando cigarrillos envueltos en hojas de maíz y sentadas en el suelo orilla del camino. Al verla se alzaron muy solícitas y le hablaron con agasajo inusitado.

Se había cansado del amor de una mujer perdida como aquella; no quería reñir con su madre por tan poca cosa, ni que los enemigos le desacreditasen y volvía a su deber con gran alegría de la buena señora que le rodeaba de solícitas atenciones. ¿Y de aquello? le preguntaban misteriosamente sus amigas. Nada respondía con una sonrisa de orgullo.

El hidalgo apretó de nuevo las riendas y trató de dar la vuelta á su casa, pues no á otra cosa había venido que á saber noticias de su primo y sobrina. Pero los alegres conspicuos que veían frustrada su esperanza no lo consintieron. Cinco ó seis manos acudieron solícitas á tener al rocín por el freno y más de veinte bocas comenzaron á instar á D. César para que se apease un momento.

Separáronse con esto: el pescador se fúe dando gracias á su estrella, y Zadig maldiciendo sin cesar la suya. El basilisco. Llegó Zadig á un hermoso prado, donde vió una muchedumbre de mugeres que andaban buscando solícitas cosa que parecia que habian perdido. Acercóse á una de ellas, y le preguntó si queria que las ayudara á buscar lo que querían hallar.