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Blanca bailaba como una inglesa de la vieja estirpe; sin reservas, pero también sin el grosero materialismo de una mundana; de vez en cuando, los vaivenes ondulantes del vals en que los cuerpos se deslizan con la música, nos unían involuntariamente, y yo sentía ese estremecimiento inexplicable que produce la lucha de la timidez con la audacia, cuando el cuerpo de una mujer joven y linda toca y calcina esta miserable arcilla humana de que están hechos todos los seres desde Satanás hasta San Antonio.

Entre sus compañeros tremolaba el estandarte del oscurantismo; pero de poco acá había en su pensamiento reservas, condescendencias, debilidades...; en fin, que el angelito estaba algo tocado del virus... «Del virus revolucionario repitió Bringas dos o tres veces mientras le rapaban , y es preciso que eso se te cure de raíz. Ya verás, ya verás la que se arma si triunfa esa canalla.

De este modo, aprovecharemos las ocasiones favorables para apoderarnos de los convoyes de los alemanes y para hostilizar sus reservas; y si la fortuna ayuda, como es de esperar, a nuestros ejércitos y estos kaiserlicks son derrotados en Lorena, les cortaremos la retirada.

«¡Vaya le dijo doña Lupe una noche , que te estás luciendo! ¿A qué esas reservas, cuando más indicada estaba la confianza? ¿Cómo es que lo ha sabido Maximiliano, que está demente, antes que yo, que estoy en mi sano juicio? ¿A qué esos escondites conmigo?».

Puesto que es necesario dar á seis millones de filipinos sus derechos para que sean de hecho españoles, que se los el Gobierno libre y espontáneamente, sin reservas injuriosas, sin suspicacias irritantes.

En el caso presente, lo menos conveniente era dar una carga de caballería, y si se quería dar, debía echarse mano de la mejor tropa, para arrollar de una vez los 300 hombres que constituían la batalla y las reservas enemigas.

Aquello era la alegría, la vida. «¡Capellanías, bulas, medias annatas, reservas! ¿qué tenía que ver el mundo, el ancho, el hermoso mundo con todo eso? ¿Sabía aquel gigante de piedra, el Corfín grave, majestuoso, tranquilo, lo que eran agencias ni si la había de preces, ni por qué costaba dinero el sacar licencias de cualquier cosa?».

PANTOJA. No a qué guardas reservas conmigo, sabiendo lo que me interesa tu existencia, tu felicidad... Pues si le interesa mi felicidad, alégrese conmigo: soy muy dichosa. PANTOJA. Dichosa hoy. ¿Y mañana? ELECTRA. Mañana más... Y siempre más, siempre lo mismo.

Los hombres que han entrado tarde en la vida encuentran reservas extraordinarias para sus últimos años. Disponía de poco dinero efectivo, por muy millonario que fuese. El primer semestre de sus rentas debía vencer el 22 de julio; mientras tanto, era preciso vivir de los 20.000 francos de la canastilla.

Pero, en realidad, el verdadero origen radica, como hemos dicho, en que un secreto abarca una zona excesiva de nuestra memoria y de nuestro espíritu, acabando por sernos insoportable su peso. La comunicación, aunque sea a una sola persona, con las «reservas» del caso, nos liberta de esa especie de tiranía que el secreto ejerce en nuestra conciencia.