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O eres ciega dijo la marquesa exasperada o eres consentidora. Lo que no consentiré jamás dijo la duquesa , es que la calumnia venga a hostilizar a mi marido aquí, en su misma casa y a los oídos de su mujer.

De este modo, aprovecharemos las ocasiones favorables para apoderarnos de los convoyes de los alemanes y para hostilizar sus reservas; y si la fortuna ayuda, como es de esperar, a nuestros ejércitos y estos kaiserlicks son derrotados en Lorena, les cortaremos la retirada.

El general había pedido voluntarios; y como el coronel del batallón de Pepe fuese el primero en ofrecerse con su gente, se le confió la operación, lanzándose las compañías al peligro, con sus jefes al frente, sin que la artillería dejara de hostilizar el reducto próximo a la sima.

A la calle se habían arrojado cuantos objetos mortíferos se creyeron convenientes para hostilizar a los dragones, y aun después del combate surcaban la arena turbios arroyos de agua hirviendo, que, mezclada con la sangre, producía sofocante y horrible vapor. En algunas ventanas vimos cadáveres que pendían con medio cuerpo fuera, apretando aún en sus crispados dedos la hoz o el trabuco.

Apenas habíamos probado algunos bocados, cuando dos ó tres partidas aparecieron á distancia y trataron de hostilizar nuestro campamento, pero las dos piezas de montaña les lanzaron veinte granadas y las ametralladoras, que fueron situadas en lo alto del trasbordador de caña, completaron con sus certeros disparos la dispersión de esos grupos que á juicio de todos habían regresado al lugar de la acción con el propósito de llevarse sus muertos y heridos, que habían dejado abandonados.

Viendo que no era posible hostilizar a un navío que por la proa molestaba al San Juan impunemente, fue él mismo a apuntar el cañón, y logró desarbolar al contrario. Volvía al alcázar de popa, cuando una bala de cañón le alcanzó en la pierna derecha, con tal acierto, que casi se la desprendió del modo más doloroso por la parte alta del muslo.

Había tomado parte en la expedición que fue al condado de Niebla con objeto de hostilizar a los franceses por su ala derecha, y que, si menos célebre, no fue menos lastimosa que la de Chiclana, con su célebre batallón del <i>Cerro de la cabeza del Puerco</i>. Acaeció en la jornada del Condado un suceso digno de pasar a la historia, y fue que en ella descalabraron del modo más lamentable a nuestro heroico y por tantos títulos famoso D. Pedro del Congosto, quien en lo más recio de un combate que cerca de San Juan del Puerto trabaron con los nuestros los franceses, metiose denodadamente, llevando en pos a sus cruzados de rojo y amarillo, con lo cual dicen hubo gran risa en el campo francés.

Sánchez Morueta bajaba la cabeza para no encontrar la mirada de su primo, como si le avergonzase el descubrimiento del libro. Pasaron en silencio un largo rato. Doña Cristina y su sobrino seguían mirándose. Parecían dispuestos á hostilizar al doctor, á exasperarle, buscando un rompimiento para que no volviese más a la casa.

Todos tiraban: los vecinos que tenían un arma en su casa, los soldados de guardia, los militares ingleses y belgas de paso en París. Sabían que sus disparos eran inútiles, pero tiraban por el gusto de hostilizar al enemigo aunque sólo fuese con la intención, esperando que la casualidad, en uno de sus caprichos, realizase un milagro.