United States or Cyprus ? Vote for the TOP Country of the Week !


En las faldas del Mayon crecen adheridas á las rocas ó abrazadas á los añosos troncos gran variedad de orquídeas y parásitas, á las que llaman dapos los naturales. La leyenda, la poesía y la medicina tienen en aquellas especies maravillosas páginas.

Delante de nosotros teníamos hermoso panorama, dilatada dehesa, verdes gramales, risueños collados, arboledas seculares cubiertas por floridas enredaderas, viejos troncos poblados de orquídeas y de mil plantas trepadoras.

El de Brasil está allí también, como una iglesia de domingo en un palmar, con todo lo que se da en sus selvas tupidas, y vasos y urnas raras de los indios marajos del Amazonas, y en una fuente una victoria regia en que puede navegar un niño, y orquídeas de extraña flor, y sacos de café, y montes de diamantes.

Soy yo quien viene siempre á buscarte: no te dignas visitar mi casa. ¡Como soy pobre!... Al recordar esta protesta humilde, el príncipe no vaciló más. Y volviendo la espalda al Casino, empezó á subir las calles en pendiente hacia el límite fronterizo que separa Monte-Carlo de Beausoleil; calles que ostentan nombres primaverales: de las Rosas, de los Claveles, de las Violetas, de las Orquídeas.

Hacía a mi novia costosos regalos: un collar de turquesas de quince mil francos... y un solitario célebre que había sido rematado en París. Todos los días, el ferrocarril le llevaba rosas frescas y orquídeas, porque, en cuanto a las flores de mi jardín, el cultivo de ellas no me daba tan buen resultado como la cría de potros.

Los mármoles parecían encerrar en su seno transparente hojas de vegetaciones inverosímiles; los muebles, por sus formas, incitaban a la voluptuosidad o al reposo; los tapices caían discretamente ante las puertas; los rasos y los flecos guardaban en la urdimbre de sus tramas los colores del iris; había canastillas de orquídeas australianas mezcladas con flores de cristal que despedían rayos luminosos; libros cubiertos de oro, que atesoraban en sus páginas el oro aún más puro del pensamiento humano, y todo ello en desorden bellísimo se reflejaba en espejos que, como poseídos de codicia, multiplicaban hasta lo infinito las riquezas.

Su iglesita pobre y linda, si bien está escasa de adornos de piedra y de altivos pórticos, tiene, en cambio en su pequeño atrio, esbeltos y coposos árboles; las más bellas parietarias enguirnaldan su humilde campanario con sus flores azules y blancas; su techo de paja presenta con su color obscuro, salpicado por el musgo, una vista agradable; la cerca del atrio es un rústico enverjado formado por los vecinos con troncos de encina, en los que se ostentan familias enteras de orquídeas, que hubieran regocijado al buen barón de Humboldt y al modesto y sabio Bonpland ; y el suelo ostenta una rica alfombra de caléndulas silvestres, que fueron a buscarse entre las más preciosas de la montaña.

Lo raro anidaba en tu airosa melena de artista, y raras orquídeas poblaban tu austero jardín... En odio implacable a todo lo inicuo y nefario, tu mente inflamaba una arenga del nuevo Brumario o un trozo del "Noli"; adorabas a Ibarra y Danton y amabas lo antiguo. La edad patriarcal y de oro del pristino régulo, tuvo en tu verbo sonoro la clara justeza de amada y distante visión.

Jouarre, junto a una consola, cuyas luces, entre los ramos de orquídeas, orlaban sus cabellos de aquel nimbo áureo que tan justamente le pertenece como «reina de la gracia entre las mujeres». Recuerdo aún su sonreir cansado, el vestido negro con adornos de color de oro, el abanico antiguo que tenía sobre el regazo.

Aquel bosque, aun sin el aliciente de la caza, era delicioso, tanto por los gigantescos árboles que le daban sombra y frescura, como por las olorosas y variadas flores que cubrían el suelo, por las orquídeas que crecían parásitas en los añosos troncos, y por las plantas enredaderas que, formando guirnaldas y festones, entrelazaban los árboles, haciendo a veces impenetrable la espesura, si un negro no caminaba delante con una hoz abriendo camino.