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Y lo seré, señorita, si es que usted no me echa de su lado. La mejor diversión para hoy es ver honrada la romería de mi parroquia por la señora condesa. ¿Lo dices de veras? Señorita, le hablo con el corazón. No te creo. El mayordomo hizo mil protestas á cual más exagerada para que le creyese. Gracias, gracias. Ven conmigo, pero ya sabes que no te lo exijo. Señorita, por Dios, no me ofenda...

Ahora yo suplico a vuecencia que me deje y no me persiga, y que no me ofenda proponiéndome lo que no puede ser. Y si vuecencia no se retrae de seguirme por respeto, porque yo se lo suplico con humildad, retráigase por el temor de ofender a personas que le son queridas. Yo no temo que esas personas se ofendan. Pues yo lo temo.

Cuando llegó usted a casa creímos que el capellán era demasiado joven.... no se ofenda usted...: estábamos acostumbrados a la frente rugosa, a las canas del pobre viejecito que le precedió. Después hemos visto que el carácter suple en usted lo que otros adquieren a fuerza de años; y, francamente, nadie hubiera creído que pueda infundir tanto respeto quien cuenta todavía tan pocos.

Allá en Sevilla, con su traje de campo y la garrocha al hombro, estaba usted muy bien. Era un complemento del paisaje. ¡Pero aquí!... Madrid se ha europeizado mucho: es una ciudad como las demás. Ya no hay trajes populares. Los pañolones de Manila apenas se ven fuera de los escenarios. No se ofenda usted, Gallardo; pero, no por qué, me recuerda usted al indio.

No se ofenda... murmuraba entre risa y llanto . No se ofenda porque me río así.... Es que, de veras, no me puedo contener cuando me pega la risa; un día hasta me puse malo.... Esto es como las cosqui... cosquillas... involuntario....

De aquí que el honor, según estos, nunca pueda perderse, y se ofenda con razón el embustero porque le digan que miente, y el ratero pida una satisfacción al que le acusa de robo, y el presidiario que arrastra una cadena pueda llevar al campo del honor al juez que se la ha impuesto.

Nunca le tomó apego, como el Cura, a la caza mayor... en los breñales, se entiende, porque a la vera de su casa o al amor de la lumbre, se zampa un buey en dos sentadas, si hay quien se le ofrezca. Por eso y otras cosas, le llamamos los que bien le queremos, sin que a mal lo tome ni se ofenda, «Marmitón».

O ponme una señal, por do se entienda Que soy hechura tuya y de tu casa: Y asi no havrá ninguno que me ofenda. Vuelve la vista, y mira lo que pasa, Fue de Apolo enojado la respuesta, Que ardiendo en ira el corazon le abrasa. Volvila, y vi la mas alegre fiesta, Y la mas desdichada y compasiva, Que el mundo vió, ni aun la verá qual esta.

Vosotros os venceis, que estais vencidos Del baxo antojo femenil liviano, Con Venus y con Baco entretenidos, Sin que á las armas estendais la mano. Correos agora, sino estais corridos, De ver que este pequeño pueblo Hispano Contra el poder Romano se defienda, Y quando mas rendido, mas ofenda.

Ni remota sospecha tenía yo... ¡Si esto parece comedia! ¡Encontrarse aquí, en un acto de caridad dos personas tan... no se me ofenda si digo tan opuestas por sus antecedentes, por su manera de ser...! Y no quiero rebajar a nadie.