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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Si algo se aludió al tiempo pasado, fue para afirmar él, con admiración y con insistencia, que ese tiempo no había pasado por ella sino para mejorarla, o que al menos, durante todo ese tiempo, ella había estado como las encantadas princesas de los cuentos de hadas, sin que el tiempo, al pasar, las toque con sus alas, ni las ofenda, ni las huelle.

Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre.

La niña de Rojas, al convencerse de que el norteamericano huía verdaderamente, hizo un gesto de cólera, al mismo tiempo que lanzaba palabras suplicantes: ¡No se vaya, gringuito!... Oiga, don Ricardo; no se ofenda... Mire que esto sólo ha sido para reir, lo mismo que otras veces.

No necesitas irte para eso, porque no volveré á decirte ni hacerte nada que te ofenda. Te doy mi palabra. La de esta tarde será la última... Y siguió cerrándola el paso para que no pudiera alcanzar la puerta. Te digo que me dejes Velázquez repitió con calma y severidad. Nada adelantarás con retenerme á la fuerza.

¿Y si vas á la casa y encuentras á las dos señoras, y doña Salomé te dice algo que te ofenda, y te habla de mi diciendo que soy incorregible? Si me dice algo que me ofenda, me importará poco; pero si me habla de ti, pienso que será la última vez que se atreva á pronunciar tu nombre.

Don Andrés le dijo que él respetaba como nadie la libertad de conciencia y de enseñanza; pero que si quería gozar de la tertulia de los señores de Roldan, debía ser como los catedráticos pagados por el Gobierno, que si son prudentes y juiciosos, se guardan sus impiedades para mejor ocasión, y en la cátedra, que es su tertulia de doña Inés, son muy comedidos y procuran no decir nada que ofenda las creencias de quien los paga o de quien los recibe.

Francamente, yo creí que usted daba a rédito, no que tomaba. A esta maliciosa observación, habría contestado Rosalía tirándole de aquellas greñas despeinadas. ¿Pero qué había de hacer? Tragar acíbar y someterse a todo. «, hija, el compromiso es fuertecillo. Si quieres, se te dará interés... como te convenga». ¡Jesús!, no me ofenda usted.

Ahora veo las cosas bajo una nueva luz; pero ¡ay! ya es tarde. Por unos momentos miró con indecisión á Ricardo, pero al fin dijo resueltamente: Oiga el consejo de un desgraciado, y no se ofenda porque se lo doy sin que usted me lo pida... No se separe nunca de Robledo: es un alma noble.

Los jóvenes no hallaban términos suficientes para exaltar su belleza. Conque diga usted, D. Marcelino, y no se ofenda, ¿el conde viene tan loco como se fué? Vaya, vaya, veo que está usted de mejor humor que yo. Me han contado cosas graciosas de su vida en Madrid.

Pues yo lo entiendo de este modo... Pongo por caso... las Cortes dirán: ordeno y mando, que todos los españoles salgan a paseo por las tardes, y vayan una vez al mes al teatro, y se asomen al balcón después de haber hecho sus obligaciones... Prohíbo que las familias recen más de un rosario completo al día... Prohíbo que se case a nadie contra su voluntad y que se descase a quien quiere hacerlo... Todo el mundo puede estar alegre siempre que no ofenda al decoro...

Palabra del Dia

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