United States or Nigeria ? Vote for the TOP Country of the Week !


Te prometo no separarme de él ni de día ni de noche... Pero voy a suplicarte un favor... que misma me lo cuelgues. Maximina vaciló un instante: al fin tomó de nuevo el crucifijo; Miguel bajó la cabeza y el Cristo quedó colgado por la parte de fuera del chaleco. Ahora dijo él con sonrisa maliciosa es menester que lo ocultes debajo de la camisa. No; eso hazlo .

Conociendo mejor que yo el temple de tu espíritu, podría también, mejor que yo, saber qué razones emplear para vencer tu dureza y obstinación, de modo que no ocultes por más tiempo el nombre del que te ha tentado á esta dolorosa caída.

«Hoy me vas a examinar bien... le dijo su primo . Figúrate que soy un desconocido que se te presenta en tu consulta. Déjate de bromas conmigo, y no me ocultes la verdad. Mira que te desacredito, si no lo haces así». Bueno, hombre, descuida; te registraremos en toda regla replicó el médico sonriendo y sentándose junto a él . ¿Te has cansado mucho? ¿No me ves? También es gana de hacer preguntas.

Al fin, acercóse á él lentamente y le dijo en voz baja: Estás muy triste, Pedro. ¿Te encuentras peor? No, señorita, no; me encuentro bien. Vamos, no lo ocultes. ¿Te sientes mal? No; ya estoy completamente bueno. Entonces, ¿te hace falta algo? Vaciló un instante y, apoderándose rápidamente de una mano de su señora, empezó á cubrirla de besos apasionados. , me hace falta esto.

Y dime ahora: ¿qué has hecho de los dos mil duros que a ti y a tu hermano os dejó D. Santiago Quijano? Ya los has gastado en el pleito, en vestidos, en la educación de Mariano, y.... confiésalo, que si es un misterio para todo el mundo, no lo es para quien te habla en este momento... No lo ocultes, pues no hay para qué. Más de la mitad de aquel dinero te lo ha distraído Joaquín Pez».

Don Gaspar, mudo de asombro y de terror, se limitó a decir: ¡Habla... todo lo que sepas, todo lo que sospeches, no me ocultes nada! Pues se reduce a muy poco, pero muy claro. Hace dos meses, una mañana que llovía muchísimo y te habías llevado el coche, nos metimos ahí al lado por no ir hasta la catedral. Luego ha vuelto conmigo... como está tan cerca, cuando hace mal tiempo es más cómodo.

Pues estamos de doble enhorabuena: confío en que sabrás manejar al rey. ¡Oh, ya lo veremos! No me ocultes nada. ¿Y cómo? ¿Qué soy yo sin ti? Don Rodrigo es lo que más nos conviene. Serviré á don Rodrigo. Creo que este asunto esté concluído; y ahora recuerdo que me han dicho que contigo venía una mujer joven, hermosa, ricamente vestida.

Como hay Dios en los cielos, abomino de ti y de tu clerigalla.... Fuera todos.... Nadie me entre en la tienda, que no me dejarán un copón... ni una patena.... ¡Esa lámpara, seor bandido! y , hija de perdición, no ocultes debajo del mandil... eso... eso... ese sacramento.... ¡Fuera de aquí!... ¡Padre, padre, por compasión... admita usted los santos sacramentos!...

Es hombre que cumple lo que promete. Y entonces, Linilla: ¿qué más podremos desear? «¿Dices que no le dirás a tu papá que te amo y que me amas? Haz lo que te plazca. El deber y el amor filial aconsejan que no le ocultes nada; pero, a decir la verdad, como no tengo asegurado el porvenir, me parece inoportuno que le hables de eso. Sin embargo, repito, haz lo que te parezca mejor.

LEONOR. ¿Me compadeces?... MANRIQUE. Ese llanto, Leonor, no me lo ocultes; deja que ansioso en mi delirio goce un momento de amor; injusto he sido, injusto para ti... vuelve tus ojos, y mírame risueño y sin enojos. ¿Es verdad que en el mundo no hay delicia para ti sin mi amor? LEONOR. ¿Lo dudas?... MANRIQUE. Vamos... pronto huyamos de aquí.