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¡Bailad tranquilos, granujas alegres e insolentes; mirad la falla, burgueses bondadosos; reíd como gallinas cacareadoras, mujercillas que celebráis las contorsiones de los monigotes!

A diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la laceria que les traían me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de como del lastimado de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió.

Yo le respondí que ; metióme adentro, y estaban dos rufianes con unas mujercillas; un cura rezando al olor; un viejo mercader y avariento procurando olvidarse de cenar andaba esforzando sus ojos que se durmiesen en ayunas; arremedaba los bostezos, diciendo: «Más me engorda un poco de sueño que cuantos faisanes tiene el mundo». Dos estudiantes fregones, de los de mantellina, panzas al trote, andaban aparecidos por la venta para engullir.

A diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la laceria que les traían, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de , como del lastimado de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió.

Ya algunos pilletes y mujercillas habían disparado contra el anciano desperdicios de berzas y frutas, y alguien también había escupido sobre él, aunque sin tocarle. Un mulato, el más insolente de la chusma, avanzó hacia el anciano con la mano levantada como para darle en el rostro.

Pero eso , máteme lanza, espada ó dardo, caiga yo á los golpes del hacha de combate ó atravesado por alabarda ó daga; pero me parecería una vergüenza recibir la muerte de una de esas bombardas que ahora empiezan á usar gentes cobardes, que derrengan á un valiente desde lejos y son más propias para asustar mujercillas y niños con sus fogonazos y estampidos que para habérselas con hombres de pelo en pecho.

Lo que suelen hacer algunas mujercillas simples y algunos embusteros bellacos es algunas misturas y venenos con que vuelven locos a los hombres, dando a entender que tienen fuerza para hacer querer bien, siendo, como digo, cosa imposible forzar la voluntad. -Así es -dijo el buen viejo-, y, en verdad, señor, que en lo de hechicero que no tuve culpa; en lo de alcahuete, no lo pude negar.

Hube de buscar el cuarto, y éste fue un fraile de la Merced, que las mujercillas que digo me encaminaron, al cual ellas le llamaban pariente: gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, tanto que pienso que rompía él más zapatos que todo el convento.

5 teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; y a éstos evita. 6 Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; 7 que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad.