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No ves, me dixo Apolo, que consigo No está Ledesma ahora, no ves claro Que está fuera de , y está conmigo? A la sombra de un mirto, al verde amparo GERONIMO DE CASTRO sesteaba, Varon de ingenio peregrino y raro. Un motete imagino que cantaba Con voz suave; yo quedé admirado De verle alli, porque en Madrid quedaba.

En efecto, encontré un papel doblado entre el ramaje del mirto, y tuve tiempo de ocultarle antes de que volviese la duquesa.

Pero , amado primo añadió sonriendo no eres un hombre de estos tiempos. Debiste nacer en las montañas de la Arcadia feliz, y dejar que tu vida se deslizase lejos del tráfago y estruendo de las ciudades, sonando el dulce caramillo y rindiendo culto á Pan y á las ninfas, coronada la frente de mirto y roble.

Ya que por se pierde Mi tierno amor, mi juventud lozana, De frescas rosas y de mirto verde No ciñas ora una cabeza cana. Trepa la vid al álamo frondoso, Y á la punzante ortiga Deja que adorne el murallón ruinoso. ¿Qué riesgo, qué fatiga No aceptará mi amor por agradarte?

CHARTREUSE. En setecientos gramos de alcohol téngase macerando tres o cuatro días un gramo de raíz de angélica, uno de mirto, uno de clavo, uno de nuez moscada, uno de vainilla, dos de canela y unas hebras de azafrán. Después, en seiscientos gramos de agua hirviendo se disuelven ochocientos de azúcar pilón; se mezcla con el alcohol muy bien y se filtra.

En esto, atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba.

Cubría las paredes rico damasco verde con el tono del mirto; los muebles, tapizados de brocatel algo más claro, eran de hechura antigua; la alfombra gruesa y casi blanca: del techo pendía una enorme araña de cristal con muchos colgajillos prismáticos y, bajo ella, sobre una mesita de mosaico, se veían varios libros ricamente encuadernados, reflejándose todo en grandes espejos con marcos de hojarasca dorada.

El nogal entreteje su anchuroso ramaje con el caoba y el ébano; el cedro deja crecer a su lado el clásico laurel, que a su vez resguarda sobre su follaje el mirto consagrado a Venus, dejando todavía espacio para que alcen sus varas el nardo balsámico y la azucena de los campos.

Pero ya no es Fortuna la gloriosa divinidad pagana que recibía culto en las aras ceñidas de mirto, ni recorre el mundo en una rueda, mostrando desnuda la majestad de su hermosura: se ha hecho un palacio que es centro y emporio de las grandezas modernas, y en vez de un santuario de diosa habita un camarín de cortesana, donde por ásperas cuestas y empinadas pendientes suben los que la solicitan echándose a la espalda cuanto les pesa o les estorba.

Cuando me retiré, cerca ya de la puerta, mandé á la duquesa que fuese al banco donde había estado sentada por mi pañuelo, que había dejado olvidado de intento. La duquesa se alejó; el lugar á donde la había enviado estaba algo lejos. Entonces fuí al mirto donde al principio de la noche había visto desde detrás de las celosías de mi balcón poner un papel á don Rodrigo.