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Demasiado conocía el Ministro que semejante proposición era un modo, como otro cualquiera, de ocultarle don Simón que le había convencido la promesa del título nobiliario.

Castigo es este del gran pecado que cometí ocultando a mi señora las travesuras de estas niñas, y las mil picardías que han aprendido sin que nadie se las enseñase; pero por la lanzada que te dieron, Señor, juro que seré leal y fiel con mi querida ama, y que no he de ocultarle ni tanto así de lo que pasa.

El respetable Butrón acogía aquellos homenajes con majestuosa sonrisa, y temiendo ver entrar de un momento a otro a Currita, recomendó de nuevo a los íntimos la mayor discreción, con respecto a esta; era necesario ocultarle el plan de la junta y entusiasmarla con la idea del baile, haciéndole creer que con ello ponía el partido en sus manos el éxito del proyecto.

Rosita, Rosita, es tu amante quien te lo suplica, sálvate , al menos sálvate decía el gitano en un tono desgarrador. La joven permanecía inmóvil y arrodillada ante él. El ruido se hacía cada vez más próximo y distinto, y el herido intentó arrastrarse detrás de una espesa mata de madreselva, que podía ocultarle a todos los ojos. Después de sufrimientos inauditos, lo consiguió.

¿Usted? dijo la señorita de Porhoet, haciendo alto súbitamente, ¿usted es un Champcey d'Hauterive? Desgraciadamente, , señorita. Eso cambia la especie dijo; déme, primo, su brazo, y cuénteme su historia. Creí que en el estado en que las cosas se hallaban, lo mejor era no ocultarle nada.

Parecía olvidar su frialdad al despedirse en Salerno, el cuidado que había tenido en ocultarle las señas de su domicilio. Ferragut tampoco se acordó de esto, gratamente conmovido por la amabilidad de la doctora. Se había sentado entre los dos, como si quisiera protegerles con toda la majestad de su persona y el afecto de sus ojos. Era una madre para su amiga.

Tuvo buen cuidado de ocultarle el verdadero motivo y la astucia de dar a esta reserva todo el aspecto de un acto de prudencia. El duque, alucinado, tanto por el entusiasmo que María le inspiraba, como por los amaños de que ella supo valerse, supuso que su mujer habría dado motivo para aquella determinación, y se mostró aún más frío con ella. Capítulo XXIV

Con el tiempo y la distancia creía haberse substraído a la influencia de su gracia; pero su presencia renovó el prodigio: la angustia y el miedo, y todos los sentimientos indignos cedieron de improviso cuando se encontró a su lado. ¿Podía acaso ocultarle que vivía de su favor?... Y además, antes de que hablara, ella lo había comprendido.

¡Tomo nota de ello! díjole la vizcondesa apretando la mano de Pierrepont, y le dio entonces detalles de las amenazas de que Beatriz había sido víctima por parte de la muerta baronesa, no habiendo ya razón para ocultarle esos particulares que Pedro demostraba avidez en conocer. El movimiento de los espectadores de la sala les dio a entender que un acto terminaba.

Mamá está dominada por Tirso, papá enteramente acoquinado, y su carácter, vencido por la enfermedad y los sufrimientos, va convirtiéndose en una apatía de que sólo a ratos le saca la rabia del dolor. Ya no hay medio de ocultarle que en casa existe una guerra peor que la del Norte. ¡Si papá me dejase, plantaba a Tirso en medio de la calle sin ningún miramiento! No veo otro remedio al mal.