United States or United States Virgin Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Dejábase llevar de los impulsos de su corazón o de su apetito, y de la misma manera enamoraba a la moza de partido, que a la buscona y a la sencilla menestrala, y a la soberbia dama, sin que ninguna de ellas lograse saciar aquella su sed de amor que su soberano ingenio había menester, y que no era menos que el imposible trasunto de un arcángel de Dios en una criatura mortal y perecedera.

Circunscribiéndose a la época en que vive, no repara en diferencias sociales: siendo limpia y bonita, requiebra con igual placer a una menestrala que a una dama, y posee arte tan exquisito para lograrlas, que la más arisca y desabrida se convierte con sus halagos en complaciente y mimosa, infiltrándoles a todas en el alma, como veneno que voluntariamente saborean, aquel consejo de la Celestina: «Gozad vuestras frescas mocedades; que quien tiempo tiene y mejor le espera, tiempo viene que se arrepiente

En su continente y su figura tenía combinados en extraña mezcla algo de la muchacha del pueblo, que tiende a parecer señorita, y mucho de la hija de la clase media, que recuerda inconscientemente su origen popular: con pañuelo de seda en la cabeza, parecía menestrala; con sombrero de flores, daría envidia a una señora.

Sin embargo, la hija del sillero, aunque inocente y simple como humilde menestrala, tenía un genio impetuoso, arrebatado, que en más de una ocasión estuvo a punto de dar al traste con los proyectos de D. Laureano, quien procedía con tiento, con la habilidad suprema que había logrado adquirir en cuarenta años de práctica.

El lenguaje al par candoroso y achulado de la menestrala, su inexperiencia amatoria y su tipo mitad picaresco y distinguido, le sorbieron el seso; casi llegó a temer haberse enamorado de veras, cuando a las pocas semanas la dejó por otra, no sin endulzarle el disgusto a fuerza de generosidad.

El roce con la gente de la imprenta había dado a su franqueza cierto tinte rudo, a veces rayano en la grosería; a sus sentimientos honrados servía de intérprete un lenguaje tosco; para verle algo aseado y compuesto, era preciso aguardar al domingo: acaso no anduviese descaminado Tirso y, andando el tiempo, tuviera ella que llevarle en cesta la comida, resignándose a ser una menestrala, es decir, el tipo contrario al de las señoritas, cuyos modales y trajes procuraba imitar.

Semejante vida no podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural, Había nacido para menestrala; no le importaba trabajar como el obispo con tal de poseer lo que por suyo tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta; después la trajeron y la llevaron diferentes manos. Y por fin, otras manos empeñáronse en convertirla en señora.

El marido fue empleado y quedó cesante sin auxilio, amparo ni valimiento; la mujer, que era menestrala, enfermó durante el primer embarazo y fue despedida del taller: rápidamente pasaron de la escasez a la pobreza y de la pobreza a la miseria; pero como eran jóvenes y se querían mucho, nada contuvo su pasión. En seis años de matrimonio tuvieron otros tantos hijos.

Así lo hizo, tornando a la posada que le había albergado mientras construyó el palacio. Pero faltaba a D. Santos el complemento obligado de todos los que se enriquecen cargando cajas de azúcar en América: le faltaba contraer matrimonio con una mujer de categoría, joven o vieja, fea o bonita. Ninguno de sus colegas aceptó jamás por esposa a una menestrala. Granate no podía ser menos que ellos.

Severiana se esforzaba en impedirlo; pero Guillermina no cedía. «Déjame ... si a esto no me cuesta ningún trabajo... Vete a ver lo que quiere Juan Antonio, que está dando voces hace un rato». La pobre menestrala deseaba tener tres o cuatro cuerpos para atender todo. «Hombre, ten consideración. ¿Cómo quieres que deje a la señora en...?». Al ver la de Rubín este tráfago y la poca gente que había para tan diversos quehaceres, brindose gustosa a ayudar.