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, señor, pues no faltaba más... replicó Fortunata, que esperaba el resultado de aquel meditar y del frote de las manos. Pues declaró gravemente Nicolás, chupando su cigarrillo , me falta valor para lanzarla a usted al mundo malo; mejor dicho, la caridad y el ministerio que profeso me vedan hacerlo. Cuando un náufrago quiere salvarse, ¿es humano darle una patada desde la orilla?

Se contemplaba como superior, muy superior á aquel hombre insidioso, y creía que sólo con verle el criminal conocería toda su bajeza. A veces le daban arrebatos de súbita cólera, tan fuerte y violenta, que al tener al militar ante , se lanzarla sobre él dispuesto á arrancarle por cualquier medio la vida.

Hasta confío aún en que la masa del pueblo de la Unión vuelva en , retroceda del camino por que quieren lanzarla, se llene de honrados escrúpulos, y vea y note cuanto hay de cobarde, de ruín y alevoso, en querer aprovecharse para humillarnos de nuestra verdadera ó aparente postración y de los disturbios que nos abruman.

Así puede decirse que la obra compleja de civilizar á Colombia está resumida en esta frase; comunicarla con el mundo, lanzarla en el movimiento universal.

Nosotros somos la clase patricia de este pueblo, nosotros representamos el buen sentido, la experiencia, la fortuna, la gente decente en una palabra. Fuera de nosotros, es la canalla, la plebe, quien impera. Seamos nosotros la cabeza; que el pueblo sea nuestro brazo. Podemos formar la lista con toda libertad y en seguida lanzarla.

Más lejos, otro tronco ha sido cogido entre el promontorio y una anfractuosidad de la piedra, y, aunque vibrando por la presión del agua, no puede continuar su camino. El leñador tiene que penetrar en el arroyo con agua hasta la cintura y coger por una extremidad la viga para lanzarla al medio del arroyo.

Semejante vida no podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural, Había nacido para menestrala; no le importaba trabajar como el obispo con tal de poseer lo que por suyo tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta; después la trajeron y la llevaron diferentes manos. Y por fin, otras manos empeñáronse en convertirla en señora.

Pero como todo el amor que en él había era de doña Guiomar, y este amor, al ser combatido tan duramente y tan sin remedio por la desatentada conducta suya para con Margarita, hubiese llegado a la pasión que en nada se para, que a todo se arroja, cuando se hubo calmado aquel primer espanto y sorpresa, y el anonadamiento y vergüenza que le habían cogido, Cervantes se determinó a manifestar lo que en él pasaba a doña Guiomar, y viéndola toda entregada a aquel amor tan grande, que parecía no consentir igual sobre la tierra, prevalerse de él imaginó y lanzarla en el desvarío de la pasión, haciéndola olvidarse de toda virtud, de todo deber, de todo decoro, y compelerla a que con él se casase y a Margarita satisfaciese con dinero; y si esto no bastase, fuese lo que Dios quisiese de ella.

El Cacho ponía de su parte su nerviosidad, su furia, su violencia en echar la pelota baja y arrinconada; Zalacaín se fiaba en su serenidad, en su buena vista y en la fuerza de su brazo, que le permitía coger la pelota y lanzarla a lo lejos. La montaña iba a pelear contra la llanura.

Llevaba su correspondiente bomba bien cargada, y estaba decidido a lanzarla en medio del concurso, con el mismo derecho que el más obligado de los concurrentes: que fuera la última de todas, corriente, y ya eso se lo había aconsejado su modestia; pero dejar de lanzarla, ¿qué se diría de él?