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La señora llegó a eso de la una, un poco sofocada. «Muy malita la pobre» dijo adelantándose a su marido, que ya tenía la boca abierta para preguntarlo por la hermana de Cucúrbitas. Y se encerró en el Camón para quitarse el velo y cambiar de vestido.

Pulido, en su vasta sabiduría, conoce estas yerbas antiguas y todas las palabras modernas de las Facultades de Berlín, París y Estocolmo. No creas que mi enfermedad ha sido cosa de juguete. Durante una semana estuve muy malita. ¡Y me entró una tristeza!

Hase poco fui a casa, como otras veses, y no vi a la señorita. Me dijeron que estaba malita; pero yo, que guipo de lejos, no lo creí. «¡Aquí hay gato enserrao!», me dihe. La casa andaba un poco revuelta, y voses en el piso de arriba; pongo la oreja, y oigo gritar a la señorita Gloria, isiendo: «¡No voy, no voy así me hagan ustedes peasos!» «Sierto son los toro», me dihe.

Está muy malita: empezó á dar unas manotadas y á decir que venían volando unas ... ¿cómo dijo? "Las tres, las tres volando", decía, y así estuvo hasta hace una hora, que calló y se quedó dormida.

D. Juanito que viene a ver a su... dama... Mírele, mírele tan afligido de verla a usted malita. Abre los ojos y le busca con las miradas. Es como los borrachos, que aunque estén expirando, si les nombran vino, parece que resucitan... ¡Como no se salve esta! Al infierno se va de cabeza... Vean qué manera de arrepentirse.

Y volviéndose hacia Maltrana, murmuraba con expresión llorosa: ¡Está muy malita, don Isidro! ¡Qué bien jase usted en llevársela!... Pasaron la Puerta de Toledo, y en la Fuentecilla se separó la gitana, después de dar varios besos a la enferma. ¡Que el Baró der sielo te ponga pronto buena; que su santísima mare no se aparte de ti!... Adió, terronsito de asúcar; adió, armendrita durse!...

No, señor, está bastante malita, según dice el cochero de Mudela.... ¡Claro! como esos chicos no entienden, la han hartado de agua.... D. Julián se levantó presa de violenta agitación, y sin decir palabra salió de la estancia seguido de Remigio. Castro y Ramoncito cambiaron otra vez una mirada y una sonrisa. Esperancita las sorprendió y se puso colorada. ¡Qué a pecho toma papá estas cosas!

La pobre llegó esta mañana y se desmayó dijo Pascuala. Está, muy malita; todavía no ha hablado palabra, si no es pa delirar. Vino que no se podía tener, toda mojada, temblando de frío, y las lágrimas le corrían por la cara abajo. ¿Dónde está? Allí, en mi alcoba y en mi cama. Pascual se quedó en el desván y yo en el suelo, al lado de ella.

Asintió a ello la señora, y la tristeza de ambas se aumentó con la noticia, traída por la criada de Obdulia, de que esta se había puesto muy malita, con alta fiebre, delirio, y un traqueteo de nervios que daba compasión. Allá se fue Benina, y después de avisar a los suegros de la señorita para que la atendieran, volvió a tranquilizar a la mamá.

Me besó en las mejillas, como si fuera yo un chiquitín. Estaba llorando. Me dejó húmedo el rostro. ¡Entra para que te vea Carmen! Y agregó sigilosamente, agarrándome de un brazo: La pobrecilla está muy malita, muy malita. Te vas a entristecer al verla. No te lo hemos dicho para que no perdieras la tranquilidad en tus estudios.