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El hombre capaz de tales cosas ¿no podía serlo también de aspirar a su mano, no por su amor, sino por su fortuna? Cualquiera de aquellas indignidades era bastante a justificar el súbito desamor de Paz, y, sin embargo, para ella sólo una existía que realmente la hiciese mella: la infidelidad, el engaño.

Cada joven había perdido una hora más en su vida, y con ella una parte de su dignidad y de la consideracion á mismo y en cambio ganaba terreno el desaliento, el desamor al estudio y el resentimiento en los corazones. ¡Despues de esto pedirles ciencia, dignidad, gratitud! De nobis, post hoec, tristis sententia fertur!

Iniciado en ella el desvío, lo primero que hizo fue evitar que menudearan las visitas de Millán entre semana, fundadas en el préstamo de libros: luego ocurrió la escena narrada a Pepe por el amante desdeñado, en la cual intervino Tirso, y, por último, la muchacha acentuó tan enérgicamente su desamor, que el novio casi dejó de merecer tal nombre.

Son tantas las causas que impulsan a Isaac a destruir sus obras y a darse muerte después, que el lector no acierta a determinar cuál de ellas ha sido la más importante: si el poco éxito que en el Ayuntamiento ha tenido su perorata; si la censura, aunque severa, no del todo infundada, de algunos de sus trabajos artísticos; si la separación de Filipinas, que hace casi imposible que le paguen el monumento a Legazpi; si sus grandes apuros pecuniarios; y, por último, si el desamor y el insolente desdén de su mujer, pintada en la novela de mano maestra.

El comprendía nuestro desamor por cuanto constituía sus afectos, y contestaba, instintivamente, odiando al pueblo y a todo lo que era vasco. Nos solía pegar con furia. A me salvó muchas veces de las palizas la recomendación de mi madre de que no me pegara, porque me encontraba todavía enfermo.

De aquí que sus sentimientos al leer la carta fuesen de dolor y de mortificación de amor propio por el desamor de Juanita; de admiración y aplauso por la prudente conducta de la muchacha, y de mayor cariño hacia ella, así por la noble franqueza con que exponía las causas que justificaban su desdén, como por las amistosas dulzuras con que procuraba suavizarlo.

Pues bien, ese hombre que está ahí reducido á la nada, aniquilado, ese hombre es el cocinero de su majestad. No os comprendo. Doña Clara vive en palacio. ¿Y qué?... Un plato de las cocinas del rey, puede bajar al aposento de doña Clara. ¡Oh! ¡! ¡es verdad! ¡yo me vengaré del desamor de don Juan!

Ya saben ustedes que no transijo con la patria dijo sonriendo . Mientras más la visito, menos me gusta. Por respeto a mi padrino, no me atrevo a decir más. Los gustos extranjeros de aquel hombre y el desamor que a su patria mostraba, eran ocasión de empeñadas reyertas entre él y D. Baldomero, que defendía todo lo del Reino con sincero entusiasmo.

Alguien extrañará que Carlos V no declarase la guerra á los habitantes de Quacos, pidiendo á su hijo Felipe II veinte arcabuceros que les ajustasen las cuentas.... Pero ¡ah! el vencedor de Europa no había ido al convento en busca de guerra, sino de paz, y, por otra parte, si hubiese castigado á aquellos insolentes, el desacato y desamor de éstos se habrían hecho públicos y dado margen á mil comentarios en toda Europa.

Ahora bien, sabes lo que se entiende por amor o desamor: son dos ideas contrarias que corresponden a iguales energías, a la misma imposibilidad de ser gobernados. Prueba a olvidar a Magdalena, yo intentaré adorar a Julia y veremos quién de los dos llegará antes al fin propuesto.