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Conduje al cura al jardín. ¡Pobre selva virgen! Me recordaba días tristes; sin embargo, sentí cierto placer recorriéndolo en todo sentido. Y luego, asediábame la mente el recuerdo de algunas horas deliciosas, recuerdo todavía encantador para mi, a pesar de la amargura de las decepciones que habían sucedido a un instante de felicidad.

Únicamente se quejó de haber pasado mucho frío. Pero sean cuales fueren los privilegios é inmunidades del cretino, aunque el desdichado no tenga que temer los cuidados y las decepciones del hombre que tiene que abrirse camino en el mundo por mismo, hay que intentar que el cretino sea arrancado á su inocencia y á sus asquerosas enfermedades para darle, al mismo tiempo que la salud del cuerpo, el sentimiento de su propia responsabilidad moral.

La pobreza ya había impreso su marca indeleble en su dulce rostro, y su belleza empezaba a marchitarse bajo el peso de los sufrimientos, decepciones y viajes errantes, cuando tan felizmente la descubrimos y nos fue posible arrancarla de esa vida de privaciones, dolorosas caminatas y fatigas, a través de interminables caminos.

Su primo era menos que un chueta: era un «descamisado». Y según afirmaba la gente, a este odio de ideas iba unida la amargura por ciertas decepciones del pasado que no había podido olvidar. Al restaurarse los Borbones, el «progresista», el palatino de don Amadeo, se convirtió en republicano y conspirador.

La autoridad y prestigio del dictador menguaban de dia en dia, haciéndose mas frecuentes las decepciones de sus subordinados; por lo que, para vigorizar su poder, se rodeó en Maracay de algunas personas notables pertenecientes á los altos cargos del poder ejecutivo, del Congreso y del gobierno peculiar de Carácas, y de todas formó una especie de Consejo Consultor que le auxiliaba en los casos graves y circunstancias apremiantes ó difíciles.

¡Cuánta razón tenía Voltaire para criticar en el Eldorado las funestas exageraciones de los viajeros de América que abultaban desde las cascadas hasta los yacimientos de oro, produciendo aquellas decepciones que se traducían en crueldades de todo género sobre el pobre indio!

Todo tiene sus encantos y sus compensaciones, Lorenzo. Aquí hay soledad; pero hay salud; hay aislamiento pero no hay decepciones. ¿Y de qué decepciones puedes quejarte ? ¡Bah!... Es que yo disimulo; pero si supieras cuántos me han frecuentado asiduamente, cuando yo no tenía más tarea que atenderles y distraerles y se me han retirado en cuanto me vieron ocupado o preocupado.

Rivadavia renuncia, en razón de que la voluntad de los pueblos está en oposición, «¡pero el vandalaje os va a devorar!», añade en su despedida. ¡Hizo bien en renunciar! Rivadavia tenía por misión presentarnos el constitucionalismo de Benjamín Constant con todas sus palabras huecas, sus decepciones y sus ridiculeces.

Todas las horas de aquel día se le presentaban una a una tristes y sombrías; las decepciones que había sufrido, las esperanzas fallidas, las disputas acaloradas, hasta el abandono de Marcones. Y luego, lo porvenir. Esto era lo más negro. Dejar el bastón de alcalde que tantos años había empuñado con gloria, convertirse en un simple particular, en un quídam.

Dejando a su madre lamentarse inútilmente o mecerse en peligrosas quimeras, puso sin tardar manos a la obra, apeló a sus relaciones, multiplicó los pasos, pidió poco para obtener algo, y, después de tribulaciones, decepciones y penas que hubieran desanimado a un alma menos valiente, fue nombrada para ese humilde puesto objeto de su ambición. ¡Era la salvación!