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La vista de las arañas le producía espasmos; el bisturí de un médico le estremecía. La aprensión de volverse loco le hacía padecer horriblemente algunas veces: otras era el temor de suicidarse contra su propia voluntad.

Núñez supo excitar la risa a su costa de tal manera unas veces, otras meter el bisturí tan adentro en las carnes de los desgraciados ausentes, que aparecían sus pobres entrañas palpitantes a la vista de los regocijados comensales. Clara estaba horrorizada de aquella murmuración insolente, de tanta hiel y tanta injuria.

Entonces el anciano arrojó lejos de el luciente bisturí, y con las manos juntas, luchando con las lágrimas, se puso a rezar un Pater Noster. El mismo día, a eso de las doce, a través de los terrenos pantanosos que se extienden en varias millas al norte de Gromowo, un ligero carruaje de un caballo se dirigía hacia la pequeña ciudad.

Otros buscaron en el cuerpo inerte la causa eterna del dolor humano, y con el bisturí sobre la herida arrebatar supieron de la muerte, vibrándolas en triunfo entre la mano, las palmas victoriosas de la Vida...!

Por medio de la cirugía pueden curarse radicalmente todas las dolencias de la humanidad, y no está lejano el día en que hasta la misma muerte pueda evitarse por su medio. Mis profesores se quedaron asombrados de la extraordinaria pericia que adquirí desde un principio: el bisturí en mis manos era como el pincel en las de un artista.

Rodeado de un coro de admiradores se dirigió a una mesa de mármol, donde, convenientemente narcotizado, yacía el enfermo. El virtuoso cogió unas pinzas y un bisturí y se dirigió a nosotros. Para la mayoría de los cirujanos nos explicó esta operación no ofrecería dificultad ninguna.

Sólo algún lírico cursi, sólo algún académico fósil, culpan de loco al telescopio que escudriña el espacio, o de cruel al bisturí que dilacera las carnes; y sin embargo, son muchas las gentes que llaman indigna y pecadora a la pluma que pinta los deliciosos transportes del amor.

Cosas, hombres, costumbres, hábitos, rutinas, prejuicios, taras hereditarias, sedimentos sociales, todo lo enfoca bajo el haz luminoso de su linterna este espíritu ansioso de saber y de bien. Hurga, remueve, corta lo enfermo, lo malo, con su bisturí implacable. Todo cae bajo la disección y el análisis.

Los ojos chinos no los corrige ni las conjunciones de sangre, ni el bisturí del operador, ni los cosméticos del tocador. La hija de mestiza europea y de padre europeo, ó sea la cuarterona, también se distingue y se define perfectamente, no dando lugar á que se confunda con la mestiza pura de india y europeo.

Al contrario, se desconfía de la amabilidad excesiva y, sobre todo, de la sonrisa dulzona; se le buscan a cada hombre los pliegues y repliegues del alma con el mismo cuidado y atención con que un disecador va palpando y poniendo a la vista con el bisturí todas las fibras de la máquina corporal.