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Le contó a usted mi crimen y creo que habló de propensiones hereditarias, palabras que oía yo por primera vez y que me dieron un miedo atroz, pues me creí atacada de alguna enfermedad mortal. Recuerdo qué bueno fue usted, señor cura, y cuánto le quise desde aquel día. «Mi querida señora, le dijo usted; hay un precepto de la Sabiduría, que dice: Conócete a ti mismo.

Su salón como todas sus costumbres, era una especie de asilo abierto a sus reminiscencias o sus afecciones hereditarias, cada día más amenazadas. Reunía en él, particularmente los domingos por la noche, los escasos sobrevivientes de su antigua sociedad. Todos eran adictos a la monarquía derrocada y se habían retirado del mundo como ella.

De donde resulta el que haga moverse a sus personajes como máquinas o como víctimas fatales de dolencias hereditarias y de crisis nerviosas, con lo cual, además de decapitarse al ser humano, se aniquila todo el interés dramático de la novela, que sólo puede resultar del conflicto de dos voluntades libres o de la lucha entre la libertad y la pasión.

Empero, léjos de gozar todos los indígenas de igualdad de privilegios, como sucedia en Chiquitos, estaban divididos en dos clases hereditarias; las familias, compuestas de artesanos de todo oficio; y los soldados, encargados de las faenas ordinarias; clase denominada el pueblo y considerada como inferior á la primera.

La profilaxis, en efecto, no se limita á la escarlatina; comprende enfermedades hereditarias, un buen número de agudas, y hasta el cólera. Esto es lo que multitud de hechos permiten hoy confirmar, y lo que armoniza perfectamente con los datos que resultan de las modificaciones fisiológicas y terapéuticas del organismo por la influencia de agentes morbosos ó medicinales.

En el partido de mi tía, es necesario decirlo para ser justo, y sobre todo para ser exacto, figuraba la mayor parte de la burguesía porteña; las familias decentes y pudientes; los apellidos tradicionales, esa especie de nobleza bonaerense pasablemente beótica, sana, iletrada, muda, orgullosa, aburrida, localista, honorable, rica y gorda: ese partido tenía una razón social y política de existencia; nacido a la vida al caer Rozas, dominado y sujeto a su solio durante veinte años, había, sin quererlo, absorbido los vicios de la época, y con las grandes y entusiastas ideas de libertad, había roto las cadenas sin romper sus tradiciones hereditarias.

Cosas, hombres, costumbres, hábitos, rutinas, prejuicios, taras hereditarias, sedimentos sociales, todo lo enfoca bajo el haz luminoso de su linterna este espíritu ansioso de saber y de bien. Hurga, remueve, corta lo enfermo, lo malo, con su bisturí implacable. Todo cae bajo la disección y el análisis.

Sería interesante saber dijo como hablando consigo mismo, quién podría más, si las influencias hereditarias y atávicas o las que se ejercen en la más tierna edad por una mente extraña. Sería curioso.

Sin embargo, desde hacía algunos años tenía dudas respecto al derecho de usar de aquella ciencia, creyendo que las plantas no podían hacer ningún efecto sin el rezo y que el rezo debía bastar sin las plantas; así es que sus delicias hereditarias de vagar por los campos para recoger la digital, el acónito y el mastuerzo, comenzaron a revestir ante sus ojos las formas de la tentación.