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»Alcemos, pues, á Allah que ha protegido nuestras armas; alcémosle sobre el gran rio del Andalús una aljama que supere en magnificencia á las de Bagdad y Damasco, solo comparable á la santa Alaksa de Jerusalem; y los legítimos sucesores en la herencia de Othman impíamente sacrificados, exultarán aunque insepultos.

El juez superior de la aljama de Córdoba, Ab-du-r-rahman Ibn Tarif, anuncia al pueblo el doloroso acaecimiento desde el mismo mimbar que estaba dispuesto para el glorioso príncipe, y salen las turbas de la mezquita esclamando: ¡Duerme el Amir en la sombra de la paz! Allah le sonreirá en la hora de las cuentas porque guerreó en su camino.

Recuerda, oh príncipe, aquel proverbio que dice: mejor es seguir el ejemplo de los otros y salvarse, que perderse por no seguir la senda trillada. Oido lo cual, esclamó el Califa: ¡Por Allah, dices bien! Seguiré el ejemplo de los tabíes, cuya opinion en esta materia es de gran peso. Y mandó que la quibla se pusiese donde el faquíh proponia.

Huye, huye de aquí: marcha al Occidente, donde te espera un reino: el convite de As-Seffáh es una traicion para aniquilar de un solo golpe á toda tu familiaEse ángel era yo. «¿Qué será de siguiendo tu consejo? me dijisteEntonces te hice descubrir la espalda buscando en ella la señal que para reconocerte me habia dado tu tio Moslemah, el sabio versado en el libro de los sucesos futuros; mal podia yo engañarme, vi en efecto el gran lunar negro que matiza tu cuerpo, y te repetí: «¡huye, huye! vete al Occidente, donde te aguarda el reino de Andalucía: yo te acompañaré parte del camino: veinte mil dineros traigo para de orden de Moslemah: tómalos, y sígueme prontoLa profecía del Kitábu-l-hodthán se ha cumplido; pero no te condujo Allah al Occidente para darte de por vida estériles conquistas. ¿Qué has hecho para asegurar á tu posteridad este nuevo imperio? ¿Qué podrán prometerse tus sucesores si decae la de los muslimes? ¿Te imaginas por ventura cumplido tu destino dejándote morir sepultado en el harém de tu Ruzafa sin haber dado á los andaluces una aljama digna en la corte de tu reino?

Este obsequio debes á la mision civilizadora que te trajo á Andalucía, porque no fué tu destino el de conquistador solamente, sino tambien el de propagador del Islamismo: la Meka gime cautiva bajo el yugo de hierro de los usurpadores, y el alhige á la Caaba es peligroso para tu autoridad: Allah consiente en favor tuyo la relajacion de aquel precepto, y el Profeta verá gozoso desde su etéreo trono que para preservar á tus súbditos del contagio de los pérfidos Schiitas sustituyes á la trabajosa peregrinacion impuesta á los de Oriente la visita á un nuevo santuario, á la casa cuadrada de Abraham una suntuosa aljama, y á la piedra negra de Gabriel una copia del libro santo que le fué enviado del cielo en la mística noche del Al-Kadar . ¡Animo, pues, hijo de Moavia!

»No entregará Dios el mundo á los que se embriagan predicando penitencia, y se enriquecen ensalzando la pobreza, y se dan al libertinage recomendando la castidad ; mas nosotros, que buscamos la dicha en la tierra y la felicidad en el cielo, bendeciremos á Allah porque nos ha dado la miel dulce, la rosa balsámica, el rubí encarnado, la seda joyante y la muger hermosa.

Abre calle el gentío á la prolongada hilera del acompañamiento fúnebre, y llegado el cadáver al lugar de su sepultura, comienza Abdullah con lentitud y magestad la oracion ritual que repiten á media voz los asistentes: "Allah ua aqbar, loores á Allah que mata y resucita: suyas son las gracias y las grandezas y los imperios, él es sobre toda cosa poderoso!

A la locion de la cara, con la cual pide el creyente á Dios que la emblanquezca el dia del juicio, sigue la del brazo derecho, por la que pide que le su carta aquel dia en su diestra; luego la del brazo izquierdo, con lo que intenta significar que no se la en la siniestra; luego sigue la frotacion de la cabeza, para que Allah le cubra con su piedad y le conserve sus cinco sentidos; luego la de los oidos para que le haga oir Allah su divina palabra y el pregon de Bilel en el Paraiso; luego la locion del pié derecho para que se le afirme en el puente del Sirath, y la del izquierdo finalmente para que no le sirva de embarazo al atravesarlo.

Allah ua aqbar, Allah ua aqbar, Allah ua aqbar.» Y despues de breve pausa añade en tono de oracion, sin que repita sus palabras la comitiva: «Señor Allah! perdona á nuestros vivos y á nuestros muertos, á los presentes y á los ausentes, á los grandes y á los pequeños, hombres y mugeres, que sabes nuestros fines: y pues tenemos esperanza en tu piedad, perdona nuestros yerros y pecados.

«¡Oh santo Allah! las ansias exclamaron del postrado Jucef: ¡Oh Dios sombrío! y en sus ojos las lágrimas brotaron, y por su blanca barba resbalaron cual trasparentes gotas de rocío. ¿Por qué su maldicion? Pasan los años, pero no pasan nunca las memorias, que en la conciencia ennegrecida encienden siniestra luz entre la oscura sombra.