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Y habéis de considerar que en el tiempo de este noviciado podría ser que cobrásedes la vista, que ahora debéis de tener perdida, o, por lo menos, turbada, y viésedes que os convenía huir de lo que ahora seguís con tanto ahinco; y cobrando la libertad perdida, con un buen arrepentimiento se perdona cualquier culpa.

¡Ah pensaba, si después de esto no comprende que lo amo, si no me perdona mi dinero! Estamos a 10 de agosto, día en que debe volver Juan a Longueval. Bettina se despierta muy temprano, se levanta y corre a la ventana. Un gran sol naciente disipa los vapores de la mañana. La víspera, por la noche, el cielo estaba amenazando, cargado de nubes.

Y una voz interior severa y algo pedantesca gritaba después de todo aquello: «Pero entendámonos, aunque don Carlos tuviera razón, aunque Dios sea más grande, más bueno que todo lo que pudieran decir y pensar los libros de los hombres, no por eso perdona los pecados de que la conciencia acusa a todos. Don Álvaro estará prohibido, sea Dios como sea. El mal es el mal de todas suertes.

MARINO. Me afliges al decir eso. ¿Qué haré yo sin ti en este mundo? Pero dime, y perdona mi atrevida curiosidad; los que vienen a consultarte hablan siempre a solas contigo: no extrañes que note una contradicción... PROCLO. Di cuál es, y te demostraré que es aparente.

Pero mi hermano, mi hermano mayor querido me perdona ¿verdad? Y si necesita pruebas, si quiere que sufra penitencias, hable, mande, verá como obedezco. Mas no extraño haber querido tanto tiempo lo que la Santa declara haber querido también «concertar vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales». Ahora esto se acabó. Usted dirá por dónde hemos de ir; yo iré ciega.

Estoy consumida, ya lo ves; no llores; me has abandonado un poco en este último tiempo; ¡pero estaba yo tan áspera!... Nos volveremos á ver, Máximo, y nos explicaremos, hijo mío... ¡No puedo más!... Recuerda á tu padre lo que me ha prometido. ¡, en el combate de la vida, fuerte y perdona á los débiles!... Pareció extenuada, se interrumpió un momento; en seguida, levantando un dedo con esfuerzo, y mirándome fijamente: ¡Tu hermana! dijo.

Por eso, una crítica justa a pesar de que el señor Cané ha dicho que es la «que más difícilmente se perdona, como los palos que más se sienten son los que caen donde duele» en este caso, puede con leal imparcialidad tributar cumplido elogio al escritor que se ha revelado humorista de buena ley, confirmando su vieja reputación de estilista brillante.

Si no por él, á lo menos por . Perdona; y deja su ulterior castigo al Poder á quien pertenece. Dije ahora poco que nada bueno podíamos esperar él, ni , ni yo, que andamos vagando juntos en este sombrío laberinto de maldad, tropezando á cada paso contra la culpa que hemos esparcido en nuestra senda. No es así.

Detúvose, un momento lleno de confusión y al cabo llamó dando un golpe. ¿Quién está ahí? preguntó la mujer como si despertase sobresaltada. Soy yo, Pepa. ¿Quién es? volvió á preguntar como si no le reconociese. Soy yo, Nolo. Perdona, Nolo, pero ya estoy en la cama. ¿No acabas de decirme que volviese en seguida? Pues ya estoy aquí... ¡Abre! profirió el mozo irritado.

Art. 5.º Siendo de algún modo necesario hacerse con vasallos para ser obedecido de alguien, la Junta Suprema perdona o indulta a todos los españoles que hubiesen obedecido a la Reina Gobernadora, si bien reservándose, para cuando los tenga debajo, el derecho de castigarlos entonces una a una o in sólidum, como mejor le plazca.