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Actualizado: 30 de junio de 2025
La clara luna retrataba en su fondo ligeramente azulado las cabezas de las dos hermanas, con la cabellera suelta y vestidas de blanco, como tiples de ópera en el momento de volverse locas y cantar el aria final.
El casarse no es un acto tan libre como parece a primera vista... Se casa uno cuando llega la hora y una porción de circunstancias se han juntado para ello... Casarse porque sí, por una determinación de la voluntad, sin haberse enamorado antes de una mujer y sin juzgarla digna de llamarla esposa, me ha parecido siempre insensato... Además, en Madrid, en las sociedades que yo frecuento, se encuentran muchas jóvenes bonitas, elegantes, que tocan el piano admirablemente, y cantan a veces como las tiples que se chichean en el Real, y a veces pintan acuarelas y paisajes al óleo demasiado verdes, y escriben cartas a los novios con bastante ortografía... pero buenas esposas y buenas madres de familia, ¿cree V. que se encuentran con tanta facilidad?
Además, había el coro femenil, brillantemente vestido y con las piernas libres; las tiples abundantes en carnes y ligeras de ropa; un desfile de mallones rosados y voluptuosas redondeces que alegraba la imaginación del navegante, sin hacer olvidar los deberes de la fidelidad. A la una de la madrugada, cuando volvía al buque por los muelles solitarios, habían intentado asesinarle.
Después del 20 se ha hecho enemigo de la Constitución, lo cual es digno de alabanza, porque de otro modo hubiera perdido su prebenda. Pero nada de esto hace al caso, sino que predica mañana, y que esta tarde tenemos Completas, en que cantan los tiples de Avila y el padre Melchor, franciscano de Segovia.
Si algunos han confesado, se les da la sagrada comunión luego que el sacerdote consume, y en acabando la misa entonan los tiples de la música el bendito y alabado, en tono muy dulce y agraciado, el que repite todo el común del pueblo; y en acabando se retiran a sus casas.
A su manera, venía a pensar esto: «El teatro verdadero, el teatro por dentro, era el del ensayo; a Reyes no le gustaba la ficción en nada, ni en el arte; decía él que los tenores y tiples no debían cantar delante de las candilejas, entre árboles de lienzo y vestidos de percal ante un público distraído y en una sala estrecha donde el aire era veneno; los tenores y tiples debían andar, como los ruiseñores o las sirenas, esparcidos por los bosques repuestos y escondidos, o por las islas misteriosas, y soltar al aire sus trinos y gorjeos en la clara noche de luna, al compás de las melancólicas olas que batían en la playa, y de las ramas de la selva que mecía la brisa...». Bueno; pero ya que esto no podía ser, Bonifacio prefería oír a los cantantes en el ensayo.
El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus gafas daba mayor realce y un poder mágico a su palabra sonora, dulce, persuasiva. Cantose después el Te Deum. Los tiples y los bajos de la catedral de Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los buenos peñascos.
Cuando al artista no le anima esa especie de alcohol espiritual del entusiasmo estético, se le ve caer en un marasmo parecido al que abruma a los desventurados esclavos del hachís y del opio.... Reyes había hecho a su modo un profundo estudio psicológico de los pobres tenores ex notables que venían a su pueblo averiados, como barcos viejos que buscan una orilla donde morir tranquilos, acostados sobre la arena; también sabía mucho de tiples de tercer orden que pretendían pasar por estrellas: aunque era muy joven todavía cuando había tenido ocasión de hacer observaciones, la reflexión serena le había ayudado no poco.
Y por entre estos grupos de juventud que se consume en la impotencia, destinada tal vez a morir de pie en la Galería, pasa con menudo y ligero paso el otro rebaño de la quimera; las muchachas que con el spartito bajo el brazo van a casa de los maestros; inglesitas rubias y flacuchas que quieren ser tiples ligeras; rusas regordetas y peliblancas que saludan con ademán de soprano dramática; españolas de atrevido mirar y valiente garbo que se preparan a ser sobre las tablas la cigarrera de Bizet, pájaros frívolos y sonoros que tienen el nido a muchos centenares de leguas y levantaron el vuelo deslumbrados por los espejuelos de la gloria.
No es penitencia para menos respondió el Cojuelo . Diferentemente le sucede a esotro pobre y casado, que vive en esotra casa más adelante, que después de no haber podido dormir desde que se acostó, con un órgano al oído de niños tiples, contraltos, terceruelas y otros mil guisados de voces que han inventado para llorar, ahora que se iba a trasponer un poco, le ha tocado a rebato un mal de madre de su mujer, tan terrible, que no ha dejado ruda en la vecindad , lana ni papel quemado, escudilla untada con ajo, ligaduras, bebidas, humazos y trescientas cosas más , y a él le ha dado, de andar en camisa, un dolor de ijada, con que imagino que se ha de desquitar del dolor de madre de su mujer.
Palabra del Dia
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