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Actualizado: 4 de junio de 2025


Había serias discrepancias entre los doctores más sonados de Madrid sobre si aquellos dolores lentos, profundos y angustiosos, eran simplemente neurálgicos o reumáticos, o acusaban la presencia de un cáncer inextirpable, por lo cual era de suma urgencia que la enferma saliera a tomar estas aguas, aquellos aires y los gases de más allá; y como lo uno estaba en el Pirineo francés, y lo otro en Suiza, y en Alemania y en los confines del mundo lo restante, y, además, era de rigor una detenida consulta con las celebridades médicas de París, la expedición resultaba larga, doblemente por las precauciones y comodidades que exigía el estado lamentable de la marquesa, cuyo médico de cabecera, un hombrecillo ya viejo y de gran experiencia, que la quería mucho, porque casi la había visto nacer, la aconsejaba que tuviera juicio, pues ya estaba en edad de ello; que se quedara quietecita en su casa, limpiándola antes de ruidos y de bambolla; que se acostara tempranito y se levantara tarde; que se curara de la maña inocente de disimular sus vanidades con exigencias de la necesidad, y que no tentara a Dios metiéndose en aventuras como la que iba a acometer, porque ese era precisamente el camino más breve que podía elegir para irse por la posta al otro mundo. ¡Como si callara!

¡Así lo esperaba yo! ¡Me alegro, hijito, me alegro mucho! ¡Si vieras cuánta pena me causaba ver que en la casa de Castro Pérez ganabas poco y trabajabas mucho!... ¡Vaya! A desayunarte, hijo mío.... Y después quítate ese traje de ranchero.... ¡No me gusta! ¡No quiero verte así! Ponte otro vestido, y vete a pasear.... ¿Cuándo te vas, esta tarde o mañana? Mañana tempranito....

Pero mis hijos, mis pobres hijos... ¿Qué sería de ellos entonces?... Cuando case a María, ¡quién sabe...!, puede ser, puede ser que me decida a buscar descanso en la vida religiosa... Por lo menos, renunciaré al mundo y haré vida recogida en mi propia casa; no tendré más vestido que un hábito del Carmen, y aquí paz... Por las mañanas mi misa, por las tardes visitar a alguna amiga, y por la noche a casa... Acostarme tempranito, que es lo más saludable y... ¡Ay, qué rica vida!...

Mira: me parece que es un monte la barba de papá: y el pastel de la mesa me da vueltas, vueltas alrededor, y se están riendo de las banderitas: y me parece que están bailando en el aire las flores de zanahoria: estoy muerta de sueño: ¡adiós, mi madre!: mañana me levanto muy tempranito: , papá, me despiertas antes de salir: yo te quiero ver siempre antes de que te vayas a trabajar: ¡oh, las zanahorias! ¡estoy muerta de sueño! ¡Ay, mamá, no me mates el ramo! ¡mira, ya me mataste mi flor!» «¿Conque se enoja mi hija porque le doy un abrazo?» «¡Pégame, mi mamá! ¡papá, pégame ! es que tengo mucho sueño.» Y Piedad salió de la sala de los libros, con la criada que le llevaba la muñeca de seda. «¡Qué de prisa va la niña, que se va a caer! ¿Quién espera a la niña?» «¡Quién sabe quien me espera!» Y no habló con la criada: no le dijo que le contase el cuento de la niña jorobadita que se volvió una flor: un juguete no más le pidió, y lo puso a los pies de la cama y le acarició a la criada la mano, y se quedó dormida.

Acudió él en mangas de camisa, besó a su padre, que esperaba apoyado en el borde de la cama y, levantándole vigorosamente, le acomodó en la butaca: entre él y Leocadia le empujaron luego hasta el comedor, y le sirvieron el chocolate con buñuelos, que todos los domingos tempranito llevaba Pateta de casa de su protector. Cuando Pepe fue a concluir de vestirse, preguntó a su hermana: ¿Y mamá?

Salieron de los Pazos tempranito, porque bien necesitaban toda la larga tarde de verano para cumplir el programa; y acaso no les alcanzaría, si no fuese porque a las señoritas de Molende no las encontraron en casa; una mocetona que pasaba cargada con un haz de hierba explicó difícilmente que las señoritas iban en la feria de Vilamorta, y sabe Dios cuándo volverían de allá.

Anticipándome a tu deseo, te estaba yo preparando la ropa que has de llevar». Apoyó Ballester la idea que a su amigo le había entrado, y todo el día estuvo hablándole de lo mismo, temeroso de que se desdijera; y para aprovechar aquella buena disposición, al día siguiente tempranito, él mismo le llevó en un coche al sosegado retiro que le preparaban.

Entre tanto, acercábase el día designado para llevar el basilisco a las Micaelas. Nicolás Rubín había hablado al capellán, su compañero de Seminario, el cual habló a la Superiora, que era una dama ilustre, amiga íntima y pariente lejana de Guillermina Pacheco. Acordada la admisión en los términos que marca el reglamento de la casa, sólo se esperaba para realizarla a que pasasen los días de Semana Santa. El Jueves salieron Maxi y su amiga a andar algunas estaciones, y el Viernes muy tempranito fueron a la Cara de Dios, dándose después un largo paseo por San Bernardino. Fortunata estaba, con la religión, como chiquillo con zapatos nuevos, y quería que su amante le explicase lo que significan el Jueves Santo y las Tinieblas, el Cirio Pascual y demás símbolos. Maxi salía del paso con dificultad, y allá se las arreglaba de cualquier modo, poniendo a los huecos de su ignorancia los remiendos de su inventiva. La religión que él sentía en aquella crisis de su alma era demasiado alta y no podía inspirarle verdadero interés por ningún culto; pero bien se le alcanzaba que la inteligencia de Fortunata no podía remontarse más arriba del punto a donde alcanzan las torres de las iglesias católicas.

En cambio, las flores de la alfombra, que se ve en lo profundo, tomaríanse por miniaturas. Multitud de personas de todas clases, habitantes en la ciudad, acudieron tempranito a coger puesto en las claraboyas del Salón de Columnas para ver la comida de los pobres.

Aquel día, que era en extremo caluroso, o no habían salido las aves a merodear o habían vuelto tempranito, y trinando y piando, mientras que arrullaban tórtolas y palomas, hacían salva y música al Santo Patrono, así en los alrededores como dentro de la misma villa. Para mayor ornato y esplendor se habían erigido en ella seis triunfales arcos de lozano y verde follaje.

Palabra del Dia

lanterna

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