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Actualizado: 11 de junio de 2025
Otras veces eran las yeguas de larga cola y sueltas crines que temblaban un momento con salvaje sorpresa al ver al jinete y huían monte arriba con violentas ondulaciones de ancas. Los potros las seguían, con las patas grotescamente cubiertas de pelo, como si llevasen pantalones. Rafael miraba asombrado a los zagales nacidos en la sierra.
¿Usted quiere a otro?... pronunció él con voz lenta. Ella hizo ahora un signo negativo, pero ninguna palabra salió de sus labios. En el silencio llegaban frases sueltas de la conversación de Charito y Lucía, en el saloncito contiguo. Sí, usted quiere a otro, a Julio. Escúcheme... Sí, a Julio, ya lo sé, lo siento.
Es un veneno que deja señales. ¡Cobarde! ¡Toma! No se hace uno cortar el cuello por 1.200 francos de renta!... La señora te hubiera dado todo lo que hubieras querido. Habérmelo dicho. Ahora ya es tarde. Mantoux esperaba en una habitación contigua la partida del doctor Le Bris. Algunas palabras sueltas de la conversación llegaban a sus oídos.
Sentóse en el alféizar, echando las piernas fuera, y lentamente empezó a descender, tanteando con los pies las oquedades del muro para evitar que rodasen piedras sueltas, denunciándole con su estrépito. Al tocar tierra sacó el revólver de la faja, y agachándose, casi de rodillas, con una mano en el suelo, comenzó a seguir el contorno de la base de la torre.
Sus cláusulas sueltas, saliendo de la boca en chispazos violentos, no entran en la jurisdicción del lenguaje escrito, porque lo característico de ellas dejaría de serlo al separarse de lo grosero.
Montó en él de un salto y cayó en un ataque de nervios. La sacaron en malísimo estado y la subieron a su cuarto entre dos criadas. Cuando Osorio se presentó no pudo enterarle más que con palabras sueltas e incoherentes de lo que había acaecido. Ocho o diez días estuvo postrada en la cama. Al fin salió de ella con un deseo tal de vengarse, que algunos pensaron que se había vuelto loca.
Algunas de estas niñas eran de tez muy obscura, casi negra, que hacía resaltar las filigranas colgadas de sus orejas; otras de color de barro, todas ágiles, graciosas, esbeltísimas de talle y sueltas de lengua.
Luego corrió como una demente, aullando y con el cabello suelto, ante todos los retratos del general. ¡Ah, su héroe! Ahora sabía verdaderamente cuánto lo amaba... Durante varios meses recibió á sus visitas en un salón con muebles y cortinajes negros. Vistiendo sueltas ropas de luto, estaba medio tendida en un sofá ante un retrato de Saldaña de cuerpo entero.
12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; mas los Judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; cualquiera que se hace rey, a César contradice. 13 Entonces Pilato, oyendo este dicho, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar que se dice el Enlosado, y en hebreo Gabata. 14 Y era la víspera de la Pascua, y como la hora sexta.
Bien poseído estaba el marqués de la suntuosidad del aparato escénico, así como de la intachable corrección con que iban sirviéndose a sus comensales los prodigios de su cocinero y los tesoros de su bodega; y por estarlo tanto, andaba más atento a inquirir si ese mismo sentimiento se traslucía en los gestos de sus comensales o en las palabras sueltas del incesante rumor que henchía la estancia, que a responder atinadamente a las frases con que algún colateral, creyendo acertar mejor así, intentaba llevar su atención al asunto ocasional del banquete.
Palabra del Dia
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