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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Iba á guardarla en los bolsillos y seguir su camino, cuando atrajo su atención un sobre voluminoso, de letra desconocida, certificado en París... La curiosidad le hizo abrirlo inmediatamente, y vió en sus manos un verdadero fajo de hojas sueltas, un relato extenso que iba más allá de los límites de una carta. Miró el membrete impreso y luego la firma.
Lope de Vega: Obras sueltas, tomo I, pág. 22. Cervantes: Viaje al Parnaso, pág. 64. D. Agustín Durán poseía la tercera jornada de la comedia Las fullerías del amor, que es, probablemente, la de igual título de Gaspar de Ávila, de que habla Cervantes en el prólogo á sus Comedias.
Si después otro accidente, que tiene relación con el primero, nos obliga a pensar en el anterior, se dice que despertamos un quién vives; es decir, se despierta la atención que estaba en el primer caso, ociosa o adormecida. De este modo tenemos en español muchas palabras sueltas, que explican tanto como una larga frase. Una palabra basta para encerrar un lato sentido.
Libro de la vida del V. Bernardino de Obregón, por D. Francisco de Herrera y Maldonado, pág. 265 b. Nicolás Antonio. Montalván, Fama póstuma en Las obras sueltas, tomo XX. Ibid., y en Filomena, pág. 2. Arte nuevo de hacer comedias. Vida del V. Bernardino de Obregón, por Herrera, pág. 265.
Hubo un momento en que me pareció ver volar como hojas sueltas entre una nubecilla de humo, aun cuando en los alrededores no había árbol alguno. Pero el viejo macho me dijo que eran plumas, y efectivamente a cien pasos frente a nosotros un hermoso perdigón gris cayó dentro de un surco, doblando su cabeza ensangrentada. Cuando ya el sol quemaba en lo alto, cesó repentinamente el tiroteo.
Antes llegaba con una velocidad de relámpago al cuello de la fiera; ahora era un viaje interminable, un vacío pavoroso, que no sabía cómo salvar. Sus piernas también eran otras. Parecían vivir sueltas, con propia vida, independientes del resto del cuerpo. En vano su voluntad las ordenaba permanecer quietas y firmes, como otras veces. No obedecían.
Comedias humanas y divinas, y rimas morales, compuestas por Diego Muxet de Solís: Bruselas, 1624. Las piezas sueltas son: Cómo ha de ser el valiente, La igualdad en los sujetos, El cazador más dichoso, El generoso en España, El mayordomo de la duquesa de Amalfi, El ermitaño seglar. Montalbán, Para todos. Montalbán y Lope, Laurel de Apolo. Hijos ilustres de Madrid. Hijos ilustres de Madrid.
Pero uno de ellos, que sin duda tenía instintos de caballero, se quitó de la cabeza un andrajo que hacía el papel de gorra y les preguntó que a quién buscaban. «¿Eres tú del señor de Ido?». El rapaz respondió que no, y al punto destacose del grupo la niña de las zancas largas, de las greñas sueltas y de los zapatos de orillo, apartando a manotadas a todos los demás muchachos que se enracimaban ya en derredor de las señoras.
No, pesadilla mala... no sería... porque sonreía la señora... daba vueltas.... Y... y... ¿qué decía? ¡Oh... qué decía! no se entendía bien... palabras sueltas... nombres.... ¿Qué nombres?... Ana preguntó esto encendido el rostro por el rubor ... ¿qué nombres? repitió. Llamaba la señora... al amo. ¿Al amo? Sí... sí, señora... decía: ¡Víctor! ¡Víctor! Ana comprendió que Petra mentía.
Varios de ellos habían cambiado de postura con una rapidez inexplicable. Ahora estaban tendidos de espaldas y parecían dormir. Uno tenía abierto el uniforme sobre el abdomen, mostrando entre los desgarrones de la tela carnes sueltas, azules y rojas, que surgían y se hinchaban con burbujeos de expansión. Otro había quedado sin piernas.
Palabra del Dia
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